Roma/París (OCDE-FAO).- A menos de 10 años de la fecha límite de 2030 para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas, los gobiernos deben redoblar sus esfuerzos para alcanzar las metas mundiales relativas a la seguridad alimentaria y el medio ambiente, según un nuevo informe presentado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Aunque se espera lograr avances con miras a los ODS en el próximo decenio -suponiendo una rápida recuperación de la pandemia mundial de la enfermedad por coronavirus (COVID-19) y condiciones meteorológicas y entornos de políticas estables- el último año de perturbaciones a causa de la COVID-19 ha alejado al mundo de la consecución de los ODS. Esto exige prestar atención urgente a los factores y fuerzas que impulsan el rendimiento de los sistemas agroalimentarios.
En las Perspectivas agrícolas 2021-2030 de la OCDE-FAO se ofrece a los responsables de la formulación de políticas una evaluación de consenso de las perspectivas a lo largo de los próximos 10 años para 40 productos agrícolas y pesqueros principales en los planos regional, nacional y mundial, y se analizan los factores del rendimiento de los mercados agroalimentarios, lo que ayuda a fundamentar los análisis y la planificación prospectivos en materia de políticas.
Las proyecciones de referencia de las Perspectivas describen las tendencias previstas sobre la base de las políticas existentes, destacando las esferas en las que se requiere un esfuerzo adicional para cumplir los ODS.
Garantizar la seguridad alimentaria y una dieta saludable para una población mundial creciente seguirá siendo un desafío. Se prevé que la demanda mundial de productos agrícolas -lo que incluye aquellos utilizados como alimentos, piensos, combustibles e insumos industriales- crezca un 1,2 % anual durante el próximo decenio, aunque a un ritmo anual más lento que durante el decenio anterior.
Según las previsiones, las tendencias demográficas, la sustitución de la carne de ave por carnes rojas en los países ricos y en muchos países de ingresos medianos, y el auge del consumo per cápita de productos lácteos en Asia meridional determinarán la demanda futura.
La clave es el crecimiento sostenible de la productividad
La mejora de la productividad será fundamental para alimentar de forma sostenible a una población mundial cada vez mayor, que se prevé que alcanzará los 8 500 millones de personas en 2030. De los incrementos de la producción mundial de cultivos previstos para 2030, se estima que el 87 % procederá del aumento del rendimiento, mientras que el 6 % se deberá a la expansión del uso de las tierras y el 7 % al aumento de la intensidad de los cultivos.
Del mismo modo, se espera que una gran parte de la expansión prevista de la producción ganadera y pesquera sea el resultado de aumentos de la productividad. Sin embargo, también se espera que la ampliación de los rebaños contribuya significativamente al crecimiento de la producción ganadera en las economías emergentes y en los países de ingresos bajos.
El comercio seguirá siendo fundamental para la seguridad alimentaria, la nutrición, los ingresos agrícolas y la lucha contra la pobreza rural a nivel mundial. En promedio en todo el mundo, alrededor del 20 % de lo que se consume en cada país es importado.
De cara a 2030, se prevé que las importaciones representen el 64 % del consumo interno total en la región de Cercano Oriente y África del Norte, mientras que se espera que la región de América Latina y el Caribe exporte más de un tercio de su producción agrícola total.
«Tenemos una oportunidad única para encauzar al sector agroalimentario en la senda hacia la sostenibilidad, la eficiencia y la resiliencia», afirman Matthias Cormann, Secretario General de la OCDE, y QU Dongyu, director General de la FAO, en el prólogo de las Perspectivas.
«Sin esfuerzos adicionales, no se alcanzará el objetivo del hambre cero y las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de la agricultura seguirán aumentando. Se necesita urgentemente una transformación de los sistemas agroalimentarios», dijeron.
Se prevé que las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero procedentes de la agricultura aumenten un 4 % en los próximos 10 años, sobre todo debido al aumento de la producción ganadera, a pesar de que se espera que las emisiones por unidad de producción -la intensidad de carbono de la producción- disminuyan en gran medida durante el período.
A nivel mundial, se prevé que la disponibilidad total de alimentos aumente un 4 % en el próximo decenio, hasta alcanzar algo más de 3 000 calorías por persona y día.
Se prevé que el consumo per capita de grasas sea el que más crezca entre los principales grupos de alimentos, debido al mayor consumo de alimentos elaborados y de fácil preparación y a la creciente tendencia a comer fuera de casa, ambos relacionados con la urbanización continua y el aumento de la participación de las mujeres en la fuerza de trabajo.
La escasez de ingresos y la inflación de los precios de los alimentos tras la pandemia de la COVID-19 están reforzando esta tendencia.
En los países de ingresos altos, no se prevé que la disponibilidad de alimentos per capita aumente significativamente respecto a sus niveles ya elevados.
Sin embargo, el crecimiento de los ingresos y las cambiantes preferencias de los consumidores darán paso a una mayor sustitución de los alimentos básicos y edulcorantes por alimentos de mayor valor, como frutas y hortalizas y, en menor medida, productos de origen animal.
En los países de ingresos bajos, se prevé que la disponibilidad de alimentos aumente en un 3,7 %, lo que equivale a 89 calorías por persona y día, constituidas principalmente por alimentos básicos y edulcorantes.
Las restricciones económicas limitarán el aumento del consumo de productos de origen animal, frutas y hortalizas. Debido a las limitaciones de ingresos, se prevé que el consumo per capita de proteínas de origen animal disminuya ligeramente en África subsahariana, una región cuya autosuficiencia en cuanto a los principales productos alimentarios se prevé que disminuya para 2030, según las tendencias actuales.
A medio plazo, las condiciones meteorológicas, el crecimiento económico y la distribución de los ingresos, los factores demográficos y los cambios en los hábitos alimentarios, los avances tecnológicos y las tendencias en materia de políticas determinarán los precios de los alimentos y los productos agrícolas.
Aunque el Índice de precios de los alimentos de la FAO ha registrado un importante aumento en el último año, se espera que estos aumentos vayan seguidos de un período de ajuste a la baja.
Según las previsiones de las Perspectivas, los precios de los alimentos retomarán una trayectoria gradualmente descendente en valores reales, en consonancia con la desaceleración del crecimiento de la demanda y los aumentos de productividad previstos.
Aunque las Perspectivas se centran en las tendencias a medio plazo, una amplia gama de factores puede generar condiciones para fluctuaciones de precios a corto plazo en los mercados agrícolas.
Por ejemplo, la evolución de los mercados energéticos, que afecta los precios de los insumos, y la mayor volatilidad de los precios de los cereales, asociada a la creciente cuota de mercado de algunos países, contribuyen a las diferencias entre los precios previstos y los precios observados.
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