A Pleno Sol
Es preocupante el señalamiento de organismos internacionales, en el sentido de que aumentó la franja de la pobreza en el país. Significa que hay un ensanchamiento en la zanja entre ricos y pobres. La miseria se adueña de millones de personas, que pierden la esperanza de redención.
Los cuadros estadísticos son fríos, pero reveladores. En la mayoría de los casos ven al ser humano como simple número, una gestión aritmética de un burócrata sentado en su escritorio en cuarto con aire acondicionado. Cada cifra tiene el poder de la vida o la muerte, en la contabilización de riqueza y pobreza.
No es posible cerrar la brecha de las desigualdades sociales, si no hay cambios profundos en el sistema económico. No es que deje de haber ricos o que desaparezcan los pobres. En el segmento de capitalismo embrionario en que vivimos siempre habrá riqueza atesorada y hambreados en el extremo.
Lo más que se puede alcanzar es un capitalismo de rostro humano. No siempre el generador y dueño de la riqueza debe ser un depredador, también puede tener manos blandas y sentimientos de facilitador de las conquistas sociales.
Para que florezca la paz debe darse la integración de capitalistas y de vendedores de su fuerza de trabajo. La parte de democracia que conocemos se debe sustentar en un equilibrio social, porque nunca habrá la igualdad.
Cuando se habla de concertación y gran dialogo nacional, no se está pidiendo el surgimiento de una clase única o que el peso en el bolsillo aplaste al de chancletas, sencillamente, es que cada sector aporte al desarrollo, y que sepa que se tiene que sacrificar para mantener la paz y la tranquilidad.
La comida diaria es fundamental en la etapa del desarrollo, pero es solo uno de los integrantes de los efectos colaterales de la miseria. Su secuela más tormentosa es el hambre y la desnutrición. Sin recursos económicos no puede haber buena alimentación, ni es posible hacer frente a las deficiencias nutricionales.
Asimismo, cuando se habla de pobre está la ausencia de educación, el analfabetismo creciente, la ignorancia, los impedimentos para que una mayoría significativa pueda acceder a la educación universitaria, y a los renglones técnicos, en el menor de los casos.
En pobreza absoluta no hay servicios médicos garantizados, y la asistencia ofrecida en las clínicas está fuera del alcance de una mayoría significativa. Se pierde la oportunidad de la mejoría social mediante un empleo de calidad.
Una obligación fundamental de los gobiernos es enfrentar la dura y excluyente miseria, para integrar a la producción a miles de seres humanos que vegetan en el terreno de la exclusión social. A corto y largo plazo para lograr el desarrollo se tiene que acabar con la marginalidad social extrema y abrir puertas a una nueva sociedad. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
manuel25f@yahoo.com
(El autor es periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana)
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