No deja de sorprenderme, ¿hasta dónde somos capaces, por salir en la foto, de caer en la desidia y la ignominia? Me refiero a mis hermanos dominicanos, por supuesto, no a todos, pero si a una gran mayoría… Veo con cierto grado de repudio como los «eternos vividores del Estado» hacen lo imposible por «defender» a sus líderes políticos que han sido desacreditados por sus actuaciones al frente de la cosa pública.
Individuos que deberían ser repudiados, desterrados o encarcelados por sus «obvias» maquinaciones en su provecho y que no están juzgados porque aún no tenemos un ministerio judicial capacitado para meter en la olla a tanta gente. No solo capacitado intelectualmente, sino de personal y visos indispensables para llevar a cabo semejante empresa. Recabar las pruebas de los hurtos, al Estado, cometidos desde el 1930 hasta la actualidad, es un asunto colosal, tomando en cuenta que ya hay muchos muertos y que los ladrones se turnaron de unos a otros para borrar las pisadas del que venía detrás.
Nada más nos queda «presumir» que todos los millonarios que pululan por nuestras calles y que hayan sido familiares o «amigos» de políticos pasados y presentes son el producto de fortunas cuestionables y precisan ser investigadas.
Conozco unos cuantos hijos y nietos de esos pasados turbios que, aunque no participan en la política, andan dándose una vida de lujos sin haber dado un golpe gracias a «la herencia» que les dejaron esos desaforrados malos hijos de la patria.
Más que repudiar la acción cometida por estos políticos abusadores e indolentes de un pueblo «miserico» y sudoroso, me repudian más esos dominicanos que, sabiendo que son unos ladrones, se matan por lamberles las nalgas y participar en los «actos de lujo» que estos realizan. Así logran que los asignen en «posiciones prestigiosas» como embajadores, cónsules o en cualquier oficina del Estado para sentirse «funcionarios del gobierno». Por ahí andan mostrando sus perlas anunciando «soy» o «fui» esto o lo otro.
Un pueblo que viva del que dirán nunca llegará a tener una conciencia clara de ¿por qué está cómo está? O ¿qué es lo que pasa que nunca avanza? El actual gobierno del presidente Abinader, me consta, está haciendo esfuerzos por colocar en las posiciones a las personas adecuadas de acuerdo a su grado académico o «equilibrado» de manejar con bienestar la administración del Estado.
Sin embargo, aún adolece de ese mal eterno de «complacer» a ciertos miembros de su partido en posiciones que son absurdamente no acordes a sus conocimientos. Así vemos a un ministro de Interior y Policía, «diplomado» en ciencias políticas, ex senador, entre otras funciones políticas, ejerciendo un ministerio que amerita a un especialista en materia policial. Consecuencia de esto vemos la falta de profesionalidad de esos servidores públicos.
Montones de embajadores que apenas saben sostener un diálogo de tres palabras. Y así docenas y docenas de cargos culturales, técnicos, académicos, sociales, entre más, que no aportan a que un estado profesional brinde bienestar a su gente. Un gobierno con estas características es imposible que logre sacar de la miseria y la ignorancia a la mayoría que confió en él.
La política de partido es un mal que urge ser erradicado por el bien de todos. Los partidos políticos que han ocupado la administración pública, han sembrado de dudas y mermado la fe de un pueblo que no avanza en erradicar la pobreza a pesar de la fachada que presenta en ciertas áreas del territorio. No podemos seguir con la mirada esquiva hacia estos factores colmados de individuos oportunistas porque son los que asaltan las arcas del Estado y no avanzamos en materia social, educativa, moral y veinte mil vainas más.
Colocar en las funciones públicas a quienes si puedan ejercerlas por sus conocimientos previos a estas y su compromiso con el país es vital para echar para adelante lo que nos ha echado para atrás todas estas décadas. La mirada esquiva es una mirada mezquina. ¡Salud!. Mínimo Caminero.
massmaximo@hotmail.com
(El autor es artista plástico dominicano residente en West Palm Beach).
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