La historia del mundo nació un 7 de septiembre. Surgió de repente desde una borrosa oscuridad. Un súbito aliento abrió la luz y esta, también se mostró borrosa. Todo aquello pareció ser un presagio de las tormentas y truenos ruidosos que abundarían desde aquel día.
Uno entonces comienza a caminar a tientas tocando y descubriendo todo con una ingenuidad temeraria que más adelante no se explica ¿cómo? Logro sobrevivir.
Desde allí se van entretejiendo los dilemas y las preguntas sin respuestas. La consciencia se desentiende del «porque» y solo atina a continuar su camino cual espectador y actor de un «juego» al que «no pidió jugar»…
Uno aprende a sobrevivir sin saber ¿para qué? Y se empeña en no morir sin saber ¿por qué? Ya uno está presente y ha olvidado «aquel principio» en donde fue, lo que hoy no es…
La transformación ha sido gradual y un nuevo universo ocupa los pensamientos. Poco a poco han ido apareciendo «ellos». A unos los llama «padres» a otros «hermanos».
Más adelante llegarán primos, amigos, vecinos y un montón de seres extraños que intercalarán constantemente en un ir y venir de apariciones y destellos.
Algunos serán impuestos y otros a causa de la ruta trazada previa a aquel instante en donde dio principio el mundo. Sin que lo hayas buscado, también tendrás que entrar en sus mundos e interactuar e influir y ser influenciado por sus dramas en unas ecuaciones difusas, ajustadas y preconcebidas… especialmente para ti.
La historia del principio del mundo se va creando con el tiempo y te toca a ti escribirla. Pensarla, meditarla, aceptarla porque no hay otra historia más que la tuya. No hay otro principio que no sea el tuyo. Y tú eres la causa del principio de otro principio en donde tu ausencia estará presente.
Podrán pensar que te has muerto sin saber que habitas en ellos. Y tú, pensarás que te has ido sin saber que te quedaste. Luego, seguirás sembrando caminos y espejos en donde olvidarás tu rostro que nunca lo fue. Y pelearás contigo mismo.
Criticarás lo que eres sin pensar que eres y terminarás matándote sin saber que te mataste. Y limpiarás tu sangre, y curarás tus heridas, y te enterrarás a ti mismo. Y volverás a verte sin verte, y a escuchar sin escucharte, y a amarte, y a odiarte, y a buscarte en una rueda interminable donde nunca te encuentras porque no existes…
¿Y si existieras? ¿Si en verdad tú no eres tú sino yo pensando que te escribo a ti y no a mi? ¿Qué esta historia no es un principio sino un final? O ¿será que el que escribe esto no soy yo sino tú? Entonces, ¿quién soy yo?.
Si amigos, ninguno de nosotros sabemos «realmente» quienes somos, o «lo que somos». En cada uno de nosotros existe el principio de la historia del mundo. Cada uno de nosotros no tiene más remedio que vivir la vida que no creó.
Somos una estela haciendo la historia del principio del mundo, ¿cuál mundo? Muchos mundos, muchas dimensiones, infinitos sueños, infinitos momentos. Repeticiones, sincronías, causalidades.
Todo un universo de momentos fugaces y escurridizos. Nada que se haga perpetuo, permanente, inquebrantable. Contradicciones y especulaciones como todas las vertidas aquí. Intentos fallidos de alcanzar las estrellas o de «iluminar» la consciencia que se «desconsiente» de sí misma o quien sabe de qué.
Sin embargo, una cosa cierta, la historia del principio del mundo surge en nosotros al nacer. Antes o después no existirá otro principio. Ni se hará otra historia que no sea la nuestra. Ni Adán, ni Eva, ni el lobo feroz o Caperucita.
Aquellos otros principios, aquellos otros mundos, aquellos otros sueños… La realidad es tan relativa que a veces estoy soñando y a veces estoy despierto y otras tantas «descubro», que a veces sueño despierto y otras veces despierto soñando.
Sí, no es fácil construir nuestra historia del principio del mundo y mucho menos escribirla partiendo de «la nada» especialmente cuando de «la nada» venimos y terminamos haciendo tantas mierdas que al final terminan en nada…
Precisamente por eso, no coja lucha y olvídese del principio y gócesela hasta el final porque na + na =… !Ya lo sabe! ¡Salud! Mínimo Caminero.
massmaximo@hotmail.com
(El autor es artista plástico dominicano residente en West Palm Beach).
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