A Pleno Sol
Estamos descuidando la frontera. Fuera del cierre comercial y la vigilancia militar, hay otros renglones a proteger. La identidad nacional, la cultura, la enseñanza en las escuelas, la religión. No se está haciendo un trabajo para impulsar las bases fundamentales de la cultura nacional.
Los cánticos haitianos predominan en los pueblos fronterizos. No se puede ocultar que es una música pegajosa, y que penetra libremente en cada paraje y campo dominicano del Sur profundo. Es hora de comprender que hay que impulsar el desarrollo cultura en esa zona.
Se dirá que a nivel global, la educación y la difusión de nuestra cultura tienen lastres pesados, pero para la frontera hay que tener un ingrediente muy particular, salvar a la Patria. Nuestro llamado es directo al presidente Luis Abinader: tenemos que revolucionar la educación y la cultura dominicana en la frontera.
En la marginalidad hay una comunión de esfuerzos entre excluidos
dominicanos y haitianos, sin importar la nacionalidad. El patriotismo se pierde cuando el hambre es igual para todos. Ya esa etapa se vivió plenamente en los bateyes azucareros.
Convulsionados por el hambre y la miseria, los picadores de caña dominicanos o haitianos compartían las mismas necesidades, el mismo destino, la dolorosa ausencia de seguridad social, y de ahí se comenzaron a formar las familias mixtas.
Hoy hay que dar el alerta de que se tiene que trabajar para mejorar las condiciones de vida de los dominicanos de la zona fronteriza. Hay que salvar la nacionalidad, hay que sentar las bases de una educación netamente dominicana. En las escuelas, los profesores tienen que hablar español, y la historia tiene que tener bien claro sus principios.
Juan Pablo Duarte es el Padre de la Patria, el que con su ideal forjó a la República Dominicana. Francois Dominique Toussaint Louverture o Jean-Jacques Dessalines, pueden ser los héroes favoritos de los haitianos, pero para los dominicanos no pasan de ser simples carniceros sable en mano.
Es necesaria una acción de Estado para levantar la dominicanidad en la frontera. El cierre es físico, pero la penetración cultural y la enseñanza son intangibles. Se tocan con el alma y el conocimiento. Si el país se descuida, la tras-culturización haitiana será la dominante en la frontera. Todavía lo podemos evitar. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
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