La gran mayoría de estudiantes estadounidenses se ven obligados a endeudarse para completar sus carreras universitarias. Al graduarse de médicos, abogados, enfermeras, historiadores, sociólogos, ingenieros, ecologistas entre otros, acumulan deudas casi imposibles de pagar aunque estén empleados porque al monto total de la deuda se le suman los intereses que se multiplican como conejos.
Esta deuda estudiantil ahoga a 45 millones de estadounidenses. ¿Y por qué endeudarse? Una carrera universitaria en una universidad de prestigio (Ivy League University) se calcula a no menos de 80,000 a 100,000 dólares por año, sin contar que muchos estudiantes tienen que pagar alojamiento y comida. El total de la carrera es de seis años. Los hogares de la clase media no pueden pagar esa cantidad de dinero para que sus hijos alcancen una vida profesional. ¿Y porque la deuda estudiantil es difícil de pagar? Los salarios de la clase media profesional se han estancado, el costo de la vida aumenta cada día y los intereses de los préstamos se multiplican.
La combinación del incumpliendo en el pago y los montos de las deudas ha roto con el parecer de que los deudores son solo jóvenes de menos de 30 años, dado el hecho cierto de que cada día crece el número entre personas de más de 30 años. Incluso se registra que una cuarta parte de deudores supera los 45 años.
Un ejemplo muy socorrido y usado por los partidarios de la cancelación de la deuda lo constituye el expresidente Norteamericano Barack Obama, quien estuvo pagando su deuda hasta los 44 años.
La inequidad social y racial como mal estructural también se expresa en el tema de la deuda estudiantil.
En un estudio del 2020 se registró un 30% de hogares negros con deudas estudiantiles, en comparación con un 20% de hogares blancos.
Por otra parte, en una investigación hecha pública por el Instituto de Activos y Política Social de la Universidad de Brandeis en el 2019, se estableció que 20 años después de iniciado los estudios universitarios “el prestatario negro medio debía el 95% de su deuda estudiantil, mientras que el estudiante blanco comparable había devuelto el 94%”.
Otro hallazgo de un informe de Education Data Initiative del 2021 indica que en el periodo de los seis años para graduarse en el sistema universitario, el “32% de los prestatarios Afroamericanos y el 20% de los prestatarios Latinos no habían logrados pagar sus préstamos”, negativa realidad esta que afectaba sólo al 13% de los prestatarios de la raza blanca.
La deuda estudiantil en Estados Unidos ha sido del conjunto de deudas domésticas la de más rápido crecimiento en las últimas dos décadas. En la actualidad es de 1,8 billones de dólares, siendo superada solo por la de las hipotecas.
Con un 80% de préstamos federales y el otro 20% con entidades privadas, al 70% de los estudiantes se le hace difícil cumplir sus compromisos financieros, según Student Debt Crisis, grupo que aboga por la cancelación de la deuda.
Esta realidad que afecta de manera directa a 45 millones de ciudadanos siempre está presente en los tiempos de campañas electorales, no tanto en el orden de prioridades de los funcionarios electos.
En la campaña presidencial Joe Biden se comprometió a condonar en un mínimo de 10 mil dólares por persona en préstamos federales. Esta oferta que beneficiaría a 15 millones de prestatarios no ha sido cumplida por el presidente. Ahora le ha soltado la pelota el Congreso sugiriendo que legisle para su cancelación, algo que se puede hacer mediante una Orden Ejecutiva.
Lo que sí ha hecho es prorrogar en dos ocasiones el pago mensual de los créditos para educación. La más reciente fue anunciada a principios del mes de abril y se mantendrá vigente hasta el mes de agosto, dos meses antes de las elecciones de medio término. Así respondió a la presión de sectores de su partido y activistas que pedían una pausa hasta el 2023.
Con esta decisión el presidente da respuesta, al mismo tiempo, a 4 senadores demócratas, entre ellos a Charles Schumer, líder de la mayoría, y a 80 congresistas, quienes postulan cancelar hasta 50.000 dólares de las deudas estudiantiles federales.
Bajo la premisa de que buenos trabajos requieren de una buena educación, Benny Sanders, cual quijote de la dignidad, clama por la cancelación de la deuda y la colocación de un nuevo impuesto a Wall Street para el financiamiento de esta y otras medidas que sugiere en el ámbito educativo.
(El autor es coordinador General de Alianza País en el Exterior).
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