Mientras se avanza hacia los comicios de julio, el principal deber de la Junta Central Electoral tiene que ser rescatar su credibilidad y la confianza del pueblo dominicano.
La JCE salió mal parada en la organización de las elecciones municipales. Se le vio débil, sin autoridad y teniendo que buscar el urgente apoyo de grupos de notables y organismos internacionales. Para los venideros comicios tiene que tener músculos fuertes, y no preferir el soporte de fuerzas extrañas.
En el tiempo que falta para los comicios, la JCE puede rescatar totalmente su credibilidad de cara a la opinión pública. Únicamente tiene que demostrar que está haciendo un trabajo limpio, imparcial, sin las banderías partidistas dando órdenes.
Nunca ha sido pertinente introducir cambios o sustituciones en la cabeza del organismo electoral. La presión siempre ha sido para que demuestre independencia de criterios y que puede dirigir ese proceso con la mayor imparcialidad. Nunca es posible el cien por ciento de funcionamiento de los organismos, pero por lo menos, que se cumpla con el deber.
A pesar de sus muestras de flaquezas, los miembros de la Junta Electoral son personas reconocidas, con un amplio accionar en la vida pública nacional y tienen una hoja de servicios que defender. Por consiguiente, creemos que enfrentando las presiones, ellos pueden realizar un buen trabajo.
Tienen que tener una política de concertación con los diferentes partidos políticos, pero sin recibir órdenes de ellos. No es la misión de los miembros de la JCE ser dirigidos por el segmento político. Tienen que aplicar los reglamentos, y sancionar a los violadores, sin importar el color partidista en que estén agrupados.
Serán unas elecciones difíciles. Los encargados de prepararlas van a enfrentar duras realidades, una de las cuales podría ser la masiva abstención. El temor al coronavirus podría obligar a muchos a quedarse en sus casas y no ir a una mesa de votaciones, con el peligro del contagio.
En forma institucional se tiene que hacer una amplia campaña pidiendo a los ciudadanos que acudan a votar en julio. En forma individual, los partidos políticos ya formalizarán su campaña proselitista. Para todos es un nuevo terreno. Se hace campaña sin salir a las calles y sin grandes concertaciones.
El corazón de la política nacional era preparar un gran mitin de cierre. Hacer trabajos de calentamiento con caravanas de vehículos y cortos encuentros regionales. Por esta ocasión, todo eso está abandonado. Hoy se habla por los medios de comunicación y las redes sociales.
Las elecciones son obligatorias, es la única forma de escoger a un nuevo presidente. Es a la Junta Central Electoral que le toca la obligación de organizar el certamen. Tienen una gran tarea por delante, y esperamos que lo hagan bien., Si fracasan, navegará la democracia. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
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