Sin temor a equivocarnos, aprender a vivir en paz, es más que arte, máxime cuando decidimos hacerlo libres de rencor, porque este solo convierte a las personas en presas fáciles para enfermedades. les hace prisioneras.
Es un camino largo, donde paciencia, tacto, buen ánimo, perdón y compasión transitan juntos. Solo con ellos se puede soportar y entender las limitaciones y hasta defectos nuestros y de quienes nos rodean. Cualidades difíciles de aceptar, para llegar a la empatía.
Parecería paradójico, pero la risa es sanadora. Como decía el poeta Rubén Darío, hace que la envidia pálida y enferma, trague su propia bilis, mientras muestra el ceño arrugado, siniestro, aplastada con la montaña del bien ajeno.
Lo que se quiere significar es que, la clave está en entender que no debemos tomar todo personal, porque en ocasiones, las personas que hieren, humillan, maltratan, agreden de forma verbal y nos ofenden con acciones que expresan sus heridas, uso y costumbres. Formas de ver la vida, patologías, amarguras, carencias…, en fin, desde su resentimiento, odio y malquerencia humana.
Es una tarea sumamente difícil pero, perdonar a quien ultraja es una decisión poderosa, sanadora, Aun con lo complejo que puede resultar procurar entender la psiquis y el sufrimientos de quien nos incomoda.
Por eso, cuando perdonamos, aunque sea desde el dolor, subimos otro peldaño; crecemos hacia la humanización plena; confiamos otra vez; sanamos; mejoramos nuestra salud física y mental. Nos Transformamos en seres libres, sin ataduras, tal cual nacimos.
El pacifista Mahatma Gandhi, solía decir que el perdón es un atributo de personas valientes. Esto conlleva perdonar a familiares, amigos…, seres queridos que magullan nuestros sentimientos. Sin embargo, primero debemos hacerlo consigo mismo y luego de forma externa.
Para quienes creemos en Dios, el manual de instrucciones: la Biblia, dice que el perdón es una obligación. Solo cuando lo hacemos, el Padre Creador perdona nuestras ofensas.
Entonces, si queremos emular sus enseñanzas, todavía cuando se torna engorroso hacerlo, debemos convertir actos laceradores en nimiedades, para que estos no dejen mácula en nuestro ser o distorsionen nuestra naturaleza, que siempre será vivir una vida con amor y paz.
Hasta pronto.
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(La autora es educadora, periodista, abogada y locutora residente en Santo Domingo, República Dominicana).