Visión global
El desacato personal, ciudadano y como legislador en el que ha estado cayendo el diputado Pedro Botello, debe llamar la atención de los profesionales de la conducta e ir en su ayuda lo antes posible, por lo menos tratar de auscultar alguna desviación psicológica no identificada.
La díscola forma como ha venido comportándose desde hace meses el congresista puede llevar a pensar en el afán de protagonismo desmedido que presenta una persona que se irrespeta a sí misma y pone en riesgo a los demás que le hacen el juego a su desenfreno.
Con dos inconductas expresadas con el ataque al local de su trabajo, colegas, empleados y visitantes, el represente por La Romana va evidenciando que poco sabe del valor que uno tiene de sí mismo.
Es por ello que cada vez su causa se ve perdida. Lo ponen de manifiesto diversos y autorizados hacedores de opinión pública, quienes no entienden cómo una persona elegida por su pueblo para que bien le represente, reduce su accionar a un simple pandillero.
Algunos de ellos han tenido expresiones muy fuertes para referirse a la actitud del legislador, llegando incluso a reclamar que el Congreso Nacional le pida cuenta.
Estamos de acuerdo con que el Congreso no debe dejar pasar por alto el desenfreno de uno de sus miembros que de alguna manera afecta a todo el cuerpo, en este caso, la Cámara de Diputados.
¿Qué imagen se llevan del Congreso Nacional los legisladores de otros países que pudieran asumir, erróneamente, que las acciones de Botello cuentan con el apoyo de la mayoría del cuerpo congresual?
Pero además cabe preguntar: ¿Qué pasaría si cada legislador que presenta una iniciativa decide montarle presión al Congreso mediante turbas, y, peor aún, decide apedrear la sede para obligar a sus colegas a debatir la pieza? Sería algo fuera de la civilización.
Lo cierto es que el diputado reformista no se ha detenido ante nadie ni nada cuando de llevar su cruzada se trata, a pesar de que se le ha evidenciado la escasa viabilidad que tiene su proyecto.
Si Botello pensaba que por haber apoyado en un momento crucial proyectos de los peledeístas, estos le iban a devolver el favor, evidentemente que calculó muy mal su jugada.
Todo indica que la inmensa mayoría de los legisladores opina muy distinto a su colega de La Romana, y ni qué decir de los senadores.
Esto puede significar que la causa de Botello está condenada al fracaso, lo que no debe impedir que se tomen medidas disciplinarias contra quien ha entendido que presionar mediante vías de hecho sería la única forma de conseguir sus propósitos de exhibicionismo y puesta en escena.
Lo que Botello ha conseguido con sus acciones ha sido alejarle simpatizantes a la causa de los trabajadores, la que en un momento tuvo respaldo importante, hasta que ese legislador hizo de la misma un capítulo para su agenda personal.
Mientras tanto, la necesidad de que se aborde con seriedad el tema de las pensiones y la ley de Seguridad Social pasa a un plano intermedio porque el foco de la atención de ese caso se desvía hacia las travesuras del diputado romanense.
Nelsonencar10@gmail.com
(El autor es periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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