Haití sigue sumergido en la anarquía. A un paso de caer en un precipicio sin fondo. La suerte y el futuro de Haití tienen efectos colaterales en la República Dominicana. No es de cerrar los ojos ante la ingobernabilidad del vecino país, sino estar atentos al devenir de los acontecimientos.
La grave realidad es que Haití no tiene ordenamiento democrático, no hay autoridad policial o militar, y se impone la ley del más fuerte. La mayor parte de la población es acogotada entre el temor y el hambre. Las grandes potencias que han creado la crisis haitiana, tienen ahora que buscarle solución y abrir brechas al futuro.
No es competencia de los dominicanos buscar soluciones a esa crisis haitiana. Sin embargo, la anarquía que hay allí lanza a miles de desesperados a pasar a este lado de la frontera. No podemos seguir admitiendo a haitianos ilegales, y los empresarios dominicanos no les pueden estar facilitando trabajo en forma irresponsable.
Estamos de acuerdo que los dominicanos tienen que dar asistencia social y humanitaria a los haitianos, pero no es colocar encima de nuestros hombros a esa crisis. Ni siquiera las Naciones Unidas tuvieron la paciencia para seguir con su fuerza mantenedora de la paz.
Mientras haya miseria total en Haití, los hambrientos buscaran comida y salud en la República Dominicana. En medio del subdesarrollo local es poco lo que se puede invertir para dar asistencia a los vecinos. O sea que hay dos problemas. La crisis haitiana y el ambiente de intranquilidad que crea en el país, y esa emigración clandestina que nadie puede detener.
El sistema de salud en diferentes pueblos está desbordado por la masiva asistencia que se ofrece a los haitianos. Hospitales de maternidad en todo el país han tenido que buscar personal con dominio del creole, ante los cientos de parturientas que buscan atención.
Todo el mundo conoce la falta de asistencia médica que sufren los dominicanos que van a los hospitales, y tener que compartir lo poco que hay con esa población de inmigrantes ilegales, nos coloca contra la pared.
Surgen nuevos ingredientes, los haitianos están llevando a sus hijos a las escuelas. Reportes periódicos reseñan que inclusive hay planteles donde hay más niños haitianos que dominicanos. Nos están desbordando en la salud y la educación.
Nadie está tomando medidas prácticas para hacer frente a la crisis haitiana. Es un monstruo que amenaza con devorarnos. Es hora de buscar solución a la entrada masiva de ilegales, que de inmediato encuentran empleo, y residencia permanente. La indiferencia frente al problema haitiano lanza al país a caer en aguas embravecidas. !Ay!, se me acabó la tinta.
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