¿Será verdad que virtudes como la generosidad, el respeto, el amor, ser ejemplo de vida…, escasean hoy en día?, ¿que vivimos de pantalla, exhibiendo un «amor liquido», debido que, nada nos cohesiona, y hemos perdido los vínculos del núcleo duro, que antes unían a las personas?.
Me rehúso aceptar la pérdida de vínculos y valores, como el amor, los afectos, porque simplemente no carecemos de ellos; los conocemos, pero, tenemos que hacer mayor esfuerzo para exhibirlos y para brindarlos en nuestro entorno.
Escuchar que hoy la actitud del ser humano está validada por «la sociedad del vacío», aunque no es vana, me movió. Esta es una aseveración del psiquiatra Juan Monegro, expresada durante una actividad de la que fui participe recientemente, junto a un grupo de personas que conmemoraron el Día del Amor y la Amistad.
Sus palabras me dejaron cuestionado qué tan acertado es ese juicio. A sabiendas de que tenemos muchos ejemplos de validez, esperanzada también de que hay tiempo para hacer el cambio de comportamiento en nuestra sociedad, teniendo como plataforma la garantía del derecho a la educación efectiva y oportuna.
«La pérdida de rituales afectivos, está destruyendo las relaciones interpersonales y el amor que es un cultivo, una construcción».
Este facultativo de la conducta humana, asegura además, que hemos perdido el arte de conversar de manera directa; cara a cara, que a mi entender es sumamente placentero (¡claro soy una fanática de la buena conversación, franca, crítica!), y aunque la gente habla mucho, a través de las redes sociales, dice el doctor Monegro, generalmente lo que habla es mentira y acoso, debido a la exageración del ego. ¡Oh padre Santo cuánta verdad!.
El facultativo se refiere a todo el acoso moral que se vierte y difunde en las redes sociales, ese que destruye imagen, solo con palabras, miradas o insinuaciones, como diría la escritora Marie-France Hirigoyen, al analizar el maltrato psicológico en la vida cotidiana, el que, constituye un tipo de relación perversa, que debemos identificar dentro y fuera de la familia, ya sea en la pareja o la empresa, donde se produzca, para que podamos neutralizarla.
Volviendo al tema afectivo, el doctor Monegro, sugiere lo siguiente: «a la gente no se le exige tanto, se les quiere». Hace años que he hecho de esta frase un hábito. Por lo que, como diría Alberto Cortez en su canción A mis amigos: «…les adeudo la ternura, las palabras de alivio y el abrazo…,el compartir con ellos la factura que nos presenta la vida paso a paso…».
También, como dice Mercedes Sosa, en «canción de las simples cosas, de las pequeñas cosas», de Tejada Gómez: «uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida y entonces comprende cómo están de ausentes las cosas queridas…el amor es simple». ¡Mostrémonos más afectivos y empáticos!.
Amigas, amigos, el amor es arte, aunque lastimosamente, hoy la mayoría de la gente solo cree que es una sensación placentera, en él, es necesario cultivar el dominio de la teoría y de la práctica. Por eso les invito a leer el libro: El Arte de Amar, de Erich Fromm. ¡Hazlo, pon en práctica sus enseñanzas y pronto verás positivos resultados!.
Otra obra maravillosa es El Hombre en Busca de Sentido, del psiquiatra austriaco Viktor Emil Frankl, quien nos dice: «Cuando todo se ha perdido queda el amor. La verdad es que el amor es la meta última y más alta a la que puede aspirar el ser humano y la salvación del ser humano está en el amor y a través del amor, un amor que va más allá de la maternidad del ser amado». El real, no el de redes sociales…, ese tiene carencia de salud.
«El amor trasciende la persona física del ser amado y encuentra su significado más profundo en su propio espíritu, en su yo íntimo». Amables lectores, esforcémonos por vivir las pequeñas cosas, siendo auténticos, reales, fomentando valores y exhibiendo las virtudes que cultivamos constantemente. Dios nos ayude.
Hasta la próxima entrega.
santosemili@gmail.com
(La autora es educadora, periodista, abogada y locutora residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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