El pasado 6 de enero, día de los reyes magos, se llevó a cabo en Washington, capital de los Estados Unidos, una manifestación «ciudadana» pro- Trump.
El evento, procuraba mostrar el apoyo al próximo «ex presidente» y se realizó frente al Capitolio de la nación norteamericana en donde se estaba llevando a cabo una ceremonia simbólica de proclamación del nuevo presidente elegido Joe Biden.
Washington, la capital más poderosa del mundo desde donde se han llevado a cabo muchos de los planes maquiavélicos que han afectado al planeta desde el 1800 hasta el presente,…se tambaleó.
Disfrazados de ovejas y de todo tipo de disfraces, como los del pasado día 6, la maquinaria norteamericana ha arrollado, literalmente, a todo los que han significado un obstáculo a sus planes de dominio.
Iguales intereses buscarán los «otros», sus más cercanos rivales, rusos, japoneses, chinos…la lista es larga.
La historia es la que afirma esto que digo…no yo…
Vivir en el imperio no me hace ciego ni me cohíbe expresar lo que todos sabemos…bueno, algunos no lo ven así. Especialmente aquella turba que rodeó al Capitolio el día de los santos reyes magos…
Lo que pudimos ver fue todo un carnaval digno del sentido de humor del norteamericano, que, de paso, son muy parecidos a nosotros, los latinos.
Jodedores, enamorados, oportunistas, simpaticones. Con la marcada diferencia que fabrican el dinero y las armas para subyugarnos…si nos pasamos de la raya.
No he podido contener la risa al ver la cara de algunos de estos enloquecidos fanáticos, del no resignado Trump, «al tomar posesión» del «imponente» Capitolio nacional.
¡Vikingos, piratas, payasos, Batman y toda una ganga de desubicados! estuvieron invadiendo el edifico del Congreso, aquel en el que George Washington puso la primera piedra en 1793.
No hubo policía ni ejército capaz de detener la arremetida de tamaña algarabía de los «surrealistas» invasores.
¿Qué significa esto para Washington?. El mundo, hace ya un tiempecito, le ha venido perdiendo el respeto a los Estados Unidos gracias a un presidente populista con una retórica digna de cualquier país carente de una educación colectiva.
Hemos demostrado, me voy a incluir en el paquete, que no somos diferentes ni mejores que nadie. Y lo «ganado» a base de sangre y fuego o de lo que fuera, tenemos que recuperarlo promoviendo una moral de la que hemos carecido.
El mundo entero está en los Estados Unidos, aquí hay personas de todo el planeta. Nuestra riqueza es la diversidad y posiblemente lo más meritorio de esta nación.
Los inconscientes que se tomaron el Capitolio convirtiéndolo por un momento en una casa de locos, no son los nuevos americanos que hemos llegado proyectando una solidaridad real y respetuosa con el mundo.
No somos los gringos invasores ni nos dejamos manipular por las corporaciones. Estamos cambiando la vieja mentalidad retrógrada y racista.
Venimos a encender la luz de la tolerancia, a componer las entrañas del monstruo y a detener el odio y el abuso de los otrora emperadores. Los Estados Unidos ahora son de todos, no solo de los americanos, sino del mundo entero.
Una nación creada de diversas razas y alimentada por dos siglos de gente de todas partes, hasta de extraterrestres, no puede finalizar sino en el más hermoso proyecto social y real ejemplo de tolerancia en la diversidad para todo el planeta.
Lo sucedido nos ha sacudido para recordarnos que no somos invencibles, que no podemos darnos el lujo de tener agitadores que dividan y atrasen los logros alcanzados por esta nueva sociedad de norteamericanos.
Superman, Los Picapiedra y hasta el mismísimo! Santa Claus! No serán suficientes para detener el camino de esta nueva nación. ¡Salud! Mínimo Caminero.
massmaximo@hotmail.com
(El autor es artista plástico dominicano residente en West Palm Beach).
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