«La puerta de la felicidad se abre hacia fuera, cuando más se quiere abrir hacia adentro, más se cierra», afirmaba Viktor Emil Frankl, psiquiatra fundador de la logoterapia (psicoterapia que propone, que la voluntad de sentido es la motivación primaria del ser humano,) y del análisis existencial (centrado en torno a la persona y su relación al mundo, o sea, a la otra persona).
La afirmación de Frankl, retumbó en mi mente este fin de semana ante la exhortación emitida por el papa Francisco, concerniente a ejercitar una vida de servicio hacia los grupos vulnerabilizados socialmente; las personas más necesitadas de nuestra sociedad. Una recomendación que aplaudo y concuerdo con que, al hacerlo emulamos al Dios hombre.
El papa Francisco también aconsejó no dejarnos contaminar por el consumismo y la indiferencia. Excelentes propuestas, justo hoy, que tantas personas sufren en el mundo, a consecuencia de la pandemia. No compres tantos regalos, tantas cosas materiales. Este año, regala tu compañía, tu amor, tu servicio. Es más valioso.
«No vivamos una Navidad falsa y comercial. Dejémonos envolver por la cercanía de Dios», recalcó el prelado de la iglesia católica, al inferir que las luces del árbol de Navidad deben recordarnos a Jesús, porque la luz de su amor sigue brillando en el mundo, está con nosotros y nos pide cuidar de nuestros semejantes, especialmente de las personas frágiles, esas que la pandemia ha marginado aún más.
Abrazo este consejo, ante los desafíos que tiene la humanidad para combatir la pobreza, el hambre, las desigualdades y exclusiones. Asimismo, la falta de garantía de derechos fundamentales, el fenómeno de la migración internacional. Erradicar la trata de personas; formular estrategias efectivas y humanizantes de controles fronterizos, calidad y humanización en la emergencia sanitaria, en fin, cumplir objetivos de desarrollo sostenibles a nivel mundial, entre otros.
Es por eso, que también quiero motivarte a que ¡aproveches la Navidad para servir!, y al mismo tiempo, podamos vivir una vida de servicio durante todo el año. Tener el servicio como estilo de vida, que podamos ayudar, compartir, colaborar y contribuir con los demás, ya sea, desde nuestro lugar de trabajo, hogar, espacios de recreación o esparcimiento…, en todo nuestro andar.
Cuando servimos a los demás, fomentalecemos con nuestras acciones, valores y actitudes en quienes nos rodean, y estos, defiende derechos humanos, por tanto, impiden que se viole nuestro bienestar y prerrogativas. Nuestros desafíos actuales son demasiados, pero con acciones de humanidad y de servicio, hacemos aportes a la reducción de la desigualdad social; el desempleo, al fortalecimiento de la democracia para que sea plena; a la reversión del cambio climático, por tanto, a la reducción de la contaminación mundial; a la pobreza y el hambre.
Asimismo, al creciente sentimiento anti-inmigración, racismo, xenofobia e intolerancia. Además, a la escasez de recursos económicos, naturales, tangibles, renovables, y de otra índole, que tantos trastornos mentales está provocando después de la llegada de la Covid-19, ¡aunque usted no lo crea!.
La época de Navidad, es un tiempo que siempre será propicio para hacer cambios que nos conduzcan a obtener felicidad, y servir es un camino que produce grandes satisfacciones. !Comencemos por ser una persona más honesta, empática, comunicativa, afectuosa y solidaria con las demás!.
Busquemos ayudar en esta época. Recuerda que «cuando servimos a los demás, también servimos a Dios», dice Mateo 25:31–46. Por eso, hay que estar dispuesto a consolar a quien necesita consuelo. «No nos cansemos de hacer el bien, porque a su tiempo segaremos, sino desmayamos». Nos dice Pablo en Gálatas, 6:9.
Hasta la próxima.
santosemili@gmail.com
(La autora es educadora, periodista, abogada y locutora, residente en Santo Domingo).
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