A Pleno Sol
La convivencia con el coronavirus, en medio de una crisis de salud, una crisis económica y una crisis político-electoral, abre la tapa de la caja de pandoras. Nadie sabe cómo vendrá el futuro cercano. Podríamos llegar a buen puerto o naufragar.
Todas las posibilidades están en la mesa, y ninguna se ve como la solución segura. Después del discurso y antes de abrir los comercios el conteo de los infectados en 24 horas, más de 400, obliga a una profunda reflexión.
El sector empresarial y comercial salió triunfador, al imponer su criterio de que es necesario abrir los negocios e ir reanudando la vida normal. El presidente actuó con mesura e inteligencia dejando esa apertura en cuatro fases.
Si se fracasa o hay un empantanamiento en una de las metas, será difícil pasar a la otra ronda. Cierto es que ya el comercio no soporta más estar cerrado, pero de ahora en adelante se dará un desequilibrio en las medidas sanitarias y en las responsabilidades comunitarias.
Aún con la cuarentena y el toque de queda, las calles están llenas de gente que no debe salir de sus casas. Todo indica que si no hay responsabilidad ciudadana, el coronavirus se podría desbordar.
Estamos claro en que no habrá control total, de esta pandemia en el mundo, y en República Dominicana en especial, hasta que se invente una vacuna. Por eso se habla de la convivencia, que no es otra cosa que evites que el virus te agarre, mientras realizas tus actividades normales.
Mi opinión sincera es que se debió de esperar por lo menos al mes de junio para dar la apertura escalonada. Es prematura en estos momentos, y en caso de que se recrudezca el brote, habría que duplicar los recursos que no estarían a majo.
Vamos a ver si los ciudadanos actúan con responsabilidad y proceden a aplicar las medidas de control social. Lo cierto es que hasta el momento muy pocos las han respetado. Llevó dos meses en la casa cumpliendo el llamado de Salud Pública, y ya me estoy preguntando si valió la pena.
Sí, creo que valió la pena esa reclusión, y no abandonar la casa sino es necesario por lo menos durante este mes. Pero ya es un juego del destino. Convivir con el coronavirus, sin aislamiento, es jugar a la ruleta rusa.
Recuerde que aunque teníamos objeciones a la apertura siempre hemos sido contrarios a que se establezca el toque de queda de 24 horas. Hay que dar respiro al ciudadano y sobre todo a los residentes en las pésimas condiciones de vida de los barrios marginados.
Ya comenzamos a transitar terreno movedizo. La apertura parcial comercial con el virus indetenible es una convivencia que podría ser amarga. Que cada ciudadano comprenda que de las medidas de seguridad sanitarias que tome, es que se podrá enfrentar la pandemia. Si fracasamos en esa tarea, todo estará consumado. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
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