Me alegra saber que el actual gobierno decidió intervenir la avenida coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez, conocida popularmente como autopista San Isidro, que inicia desde la avenida Charles de Gaulle hasta la avenida Hípica, en el municipio Santo Domingo.
En esa tarea está incluida la ampliación de la avenida Hípica desde la pista San Isidro hasta la Carretera Mella pasando por detrás del cementerio Cristo Salvador.
Son dos obras importantes que, sin dudas, harán más transitable ese legendario y caótico tramo.
Escribí varios artículos sobre la anarquía que impera al transitar por esa ruta, una vía muy peligrosa donde muchos conductores han provocado tragedias con el manejo imprudente e irresponsable.
Puse al tanto de esa situación a la pasada administración, y recientemente a la actual, en mensajes tramitados a través de la Gerencia de Relaciones Públicas del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones.
También lo hice usando las redes Facebook y Twitter. Nunca tuvieron la cortesía de responderme, con la excepción de un colega amigo que laboraba allí quien me expresó que había notificado mi queja al departamento correspondiente. No hicieron nada.
El asunto es que esa autovía, al parecer, no tenía dolientes en anteriores gobiernos. Tiene graves problemas de señalización e iluminación. La raya amarilla que divide a los dos carriles, desaparecieron por desgastes o por falta de mantenimiento y sus orillas están ocupadas por diferentes negocios informales.
Al no tener una isleta, los conductores indisciplinados se desplazan a alta velocidad, rebasan por el carril contrario y se atraviesan a la fuerza en las intersecciones, sin poner las luces direccionales, para entrar a las calles perpendiculares. Un caos total.
Las horas más peligrosas para transitar esa vía son las nocturnas debido a la poca iluminación. Muchas personas han perdido la vida tras ser atropelladas por conductores que huyen del lugar. Numerosos vehículos circulan sin luces, sobre todo los conducidos por los inadaptados choferes del transporte público.
Hace unas semanas, un hombre joven murió aplastado por un autobús cuando el chofer lo embistió mientras caminaba por la orilla de la vía. El conductor lo atropelló al hacer un rebase temerario por la derecha.
No es el único hecho trágico. Los choques son frecuentes. También fui impactado, hace dos años, por un sujeto que se desplazaba a alta velocidad y salió de su carril. Estoy vivo para contarlo.
Creo que se trataba de un aprendiz, a juzgar por el zigzagueo de su vehículo sobre la pista, quien terminó perdiendo el control, salió de su dirección, hasta estrellarlo contra nosotros.
Con ese accidente sufrí algunas laceraciones y me desbarató el carro del lado izquierdo. Por suerte, mi esposa, que era la que conducía, sufrió magulladuras sin importancia en una pierna y mi hija de 10 años salió ilesa, pero muy asustada.
Desde entonces dejamos de circular por esa ruta, pese a que nos resulta más cerca para llegar a la casa.
Después de ese choque, siguieron ocurriendo otros, con la secuela de muertes de peatones y motoristas.
La intervención del gobierno en esa autopista es muy oportuna. Según la ficha técnica de la obra, el proyecto contempla la construcción de dos nuevos carriles para aumentar la capacidad vial a cuatro por sentido de circulación.
De igual manera, se planea intervenir 5.13 kilómetros de un carril adicional para girar en intersecciones. El mismo abarca una sección de 41.70 metros, conformada por dos calzadas de 8.20 metros.
La infraestructura física comprende, además, realizar movimientos de tierra, colocación de sub base, base y carpeta asfáltica, intervención del sistema de drenaje, construcción de accesos, incluyendo las mejoras en las intersecciones que interceptan el tramo y una isleta central con sus respectivas aceras.
“Gratias ago plurimum” (manos a las obras), presidente Luis Abinader. Los residentes en el municipio Santo Domingo Este le estaremos muy agradecido.
Después nos encargaremos de los conductores temerarios, indisciplinados e imprudentes.
mvolquez@gmail.com
(El autor es periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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