Mi espíritu de persona alegre, empática, cortés con quienes me rodean, y quizás, por ser hija de un hombre jocoso, alegre, tal vez, me llevó de niña, sin proponérmelo, a amar la comedia; obra dramática, con elementos que divierten, hacen reír y siempre tiene un desenlace feliz. Los griegos, inmensos en aportes a la humanidad, la descubren para nuestra satisfacción hoy en día.
Este género literario que es una combinación entre personajes serios y cómicos, me gustaría ahora que por segunda vez abordo el tema, verlo en mi país, ejerciendo su compromiso social con mayor fuerza. La exhortación la hago con la sencillez que me caracteriza. Los amables comediantes dominicanos, si casi siempre son los hombres que cometen dislates, deben procurar que sus escenas contribuyan a garantizar derechos humanos, derechos fundamentales en cada entrega.
Es preciso que dejemos de ser parte de la cultura que pese a los adelantos de la ciencia, alcances de derechos por parte de la humanidad, continúa haciendo todo lo posible con sus actos, acciones o forma de interactuar, para Invisibilizar conquistas que costaron tanto, que vulneran libertades.
Desde la comedia, por ejemplo; un arte maravilloso, ejecutado por personas y profesionales que les gusta hacer feliz a sus semejantes mediante la risa, también podemos contribuir a elevar el nivel educativo, el accionar o ejercicio de ciudadanía social de nuestra población. Como hizo Aristófanes en Grecia; un auténtico maestro. En nuestro país, en la vieja escuela tenemos los aportes de César Augusto Victoria Suazo (Cuquín Victoria), para citar a mi comediante preferido. Su arte impactó nuestra niñez, también por su corte sano, inocente, cargado de bondad. Él es norte a imitar.
Se pierde más de lo que se gana cuando se ultraja a una fémina por el color del pelo, la ropa que use, la moda, su tipo de pelo, su color de piel, estado civil, condición socioeconómica…, igual ocurre cuando nos burlamos, «buscando risas». La verdad es que no tiene nada de gracioso, y ¡lo sabemos!. Entonces porque seguir trillando ese camino…, estando al tanto de dónde conduce. Más que risa da pena. Nuestra sociedad merece un cambio de mentalidad, y debe cambiar. ¡Ayudemos a que surja!
Es necesario, con el concurso de todas, de todos; comunicadores sociales, artistas, cronistas de espectáculos, actores y actrices; comediantes, cómicos y las personas hoy llamadas influenciadoras, proyectar en nuestro actos dirigidos a públicos, respeto por los derechos fundamentales, como el libre desarrollo de la personalidad, el honor personal, la dignidad humana, la igualdad entre hombres y mujeres; libertad de conciencia y de culto, en fin, protección a las personas sin importar edad. Vivir en libertad es salud, quitemos las amarras, hacerlo es fácil.
Para hacer reír no tenemos que denostar, burlarnos, discriminar, injuriar, blasfemar; no es necesario. Seamos garantistas, hoy en día tenemos leyes que amparan al ser humano en todos los ámbitos, situaciones y derechos. Abracemos la tolerancia, es un derecho tan importante que lo celebramos dos veces en el año.
Recordemos que toda persona tiene libertad de expresión e información, para difundir libremente sus pensamientos, ideas y opiniones, por cualquier medio, pero el disfrute de estas libertades se debe ejercerse respetando el derecho al honor, a la intimidad, así como a la dignidad y la moral de las personas, en especial la protección de la juventud y de la infancia, indica nuestra Carta Magna, ley de leyes, en su artículo 49.
El uso en nuestro país del cuerpo de la mujer como objeto en comedias populares, comúnmente en la televisión nacional, y en la publicidad, ha traído secuelas perjudiciales. Es bien sabido como con ellos se ha invisibilizado derechos, conquistados con tantos macros esfuerzos, en los cuales millones de seres humanos perdieron la vida para que se crearan y garantizaran.
Desconstruyamos la cultura machista, mediante aportes a una sociedad que necesita desaprender para aprender a respetar, a ser garantista, a ver e interiorizar en la psiquis, que hombres y mujeres nacen iguales en derechos y así deben desarrollarse y complementarse. Dejemos de ofender y ultrajar con el lenguajes, recordemos que todo lo que hacemos y decimos a través de los medios de comunicación de masa, la población lo reproduce.
Hasta la próxima entrega.
santosemili@gmail.com
(La autora es educadora, periodista, abogada y locutora residente en Santo Domingo, República Dominicana).
Comentarios sobre post