Mi observatorio
Los sectores sensatos del país debemos retomar el reclamo patriótico de aquellos que abogan por que sean sacados del Panteón Nacional los restos del repugnante, sanguinario y maligno personaje de nuestra historia, general Pedro Santana.
Sinceramente, los restos de este funesto personaje deberían ser sacados y llevados a otro lugar distante a donde reposan los despojos de los verdaderos héroes mortales de la nacionalidad dominicana, los insignes padres de la patria.
La estadía en el Panteón Nacional de los restos de este malvado, sanguinario y odiado personaje de nuestra historia denigra a los forjadores e inmortales de la nacionalidad dominicana y enaltece la figura funesta de ese canalla traidor.
El accionar histórico de Pedro Santana fue dañino para el país para que sus restos estén reposando junto a personajes de la historia como Juan Pablo Duarte, Francisco de Rosario Sánchez, su hermana María Trinidad y Matías Ramón Mella.
Historiadores e importantes personalidades del país han estado debatiendo si los restos de Pedro Santana se deben mantener o no en el Panteón Nacional y algunos entienden que sí, contrario a lo que opina la mayoría de los dominicanos.
Muchos entienden que “Pedro Santana fue hijo de su época, que cometió crímenes y realizó persecuciones y traicionó a más de uno, era implacable, brutal y atroz, pero es indudable que su accionar en defensa de la patria en momentos tan álgidos fue trascendental”.
Lo poco bueno que hizo Santana lo opacó con su maligno accionar al quitar la vida abusivamente a importantes personalidades por el solo hecho de no estar de acuerdo con su brutal forma de actuar para imponer sus caprichos.
Las cosas malas que hizo Pedro Santana superan con creces las buenas acciones, por lo que sus restos no deben, bajo ningún concepto, estar en un recinto tan sagrado como lo es el Panteón Nacional, donde deben descansar los verdaderos patriotas.
El 13 de noviembre de 1844, el general Pedro Santana fue juramentado como primer presidente de la República Dominicana. Había sido el principal jefe militar en la lucha contra las invasiones de Haití. Esto no justifica su accionar criminal.
Al asumir como presidente de la República de inmediato designó su Consejo de Ministros y como gobernadores designó a militares que se distinguieron en la lucha contra las invasiones de los haitianos pero en contra de los patriotas dominicanos.
La primera administración del presidente Santana fue muy difícil y se vio agravada por la invasión haitiana de 1845. Su régimen dictatorial fue incapaz de dar solución a los problemas económicos del país y por ello fue perdiendo apoyo en la población.
En su primer Gobierno, enfrentó a los trinitarios y el 27 de Febrero de 1845, en el primer aniversario de la fundación de la República, fusiló a María Trinidad Sánchez y a un grupo de trinitarios acusados de conspirar para derrocar su Gobierno.
En 1847, ordenó el fusilamiento de los hermanos Gabino y José Joaquín Puello. También enfrentó a la Iglesia Católica, que se opuso a la ley que promulgó el 7 de junio de 1845, en virtud de la cual el presidente Santana ratificó la política haitiana iniciada en 1824, durante el Gobierno de la Ocupación, para dejar sin efecto para siempre los censos, capellanías, capitales y rentas eclesiásticas que afectaban los bienes rurales situados en la antigua parte española, desde 1844, dejando los bienes y propiedades exentos de todo gravamen o hipoteca.
De esa manera, la Iglesia Católica no lograría recuperar sus propiedades antiguas y tampoco podía cobrar los intereses que ella creía acumulados por las hipotecas, censos y capellanías que fueron eliminados por los haitianos en el año 1824.
El presidente Pedro Santana también enfrentó dificultades militares cuando los habitantes de la sección Santa María, de San Cristóbal, se negaron a formar parte del Ejército del Sur que debía marchar a la frontera para defender la soberanía contra los haitianos.
Estratega militar
Santana se había destacado por sus cualidades de estratega militar y por su arrojo, en la lucha por la consolidación de la Independencia Nacional, proclamada el 27 de febrero de 1844.
Pedro Santana nació en la comunidad fronteriza de Hincha, el 29 de junio de 1801, hijo de Pedro Santana y Petronila Familia. Su padre fue un militar del Ejército Español de la Reconquista y cuando la Batalla de Palo Hincado era Capitán.
Santana contrajo matrimonio en dos oportunidades: el primero con Micaela Antonia Rivera, una viuda rica de El Seibo, y luego con Ana Zorrilla. Su primer matrimonio lo convirtió en un hombre de influencia en el Este.
En su niñez había vivido en el Cibao. En 1843, se enroló en el movimiento de Los trinitarios, que lideraba Juan Pablo Duarte, porque su hermano Ramón Santana declinó la posición que le ofreció el patricio y le recomendó a su hermano.
Duarte conoció a los hermanos Santana en un recorrido por el Este en busca de apoyo para crear a República Dominicana. Santana también está entre los firmantes del manifiesto dado a conocer el 16 de enero de 1844. En todas las batallas que comandó contra los haitianos invasores del territorio nacional, salió victorioso.
Un hombre autoritario
Pedro Santana era un hombre autoritario que no creía en las ideas liberales que enarbolaron los trinitarios que seguían el pensamiento de Juan Pablo Duarte. Eso explica que la primera Constitución de la República, consagrara poderes extraordinarios al Presidente de la República.
Cuando estudió con sus asesores el primer proyecto de la Constitución de la República, se negó a aceptar ser elegido presidente con una Carta Magna, como la presentada. Consideraba que el poder político de la República Dominicana tiene que ser militar y no civil, porque el estado de guerra con Haití, lo demandaba.
Versiones de la época dan cuenta de que al recibir la reacción de rechazo de Santana, el Congreso Constituyente de San Cristóbal, se mostró reticente a aceptar las exigencias del jefe militar y político.
La situación originó una situación de tensión entre la Asamblea Constituyente y la Junta Central Gubernativa, la cual quedó solucionada cuando por iniciativa de Tomás Bobadilla y Briones, se agregó a la Constitución de San Cristóbal, del 6 de noviembre de 1844, el artículo 210, que dispone: “Durante la guerra actual y mientras no esté firmada la paz, el Presidente de la República puede libremente organizar el Ejército y armada, movilizar las guardias de la Nación; pudiendo, en consecuencia, dar todas las órdenes, providencias y decretos que convengan, sin estar sujeto a responsabilidad alguna”.
De esa manera, el país quedó con una Constitución que consagraba la dictadura política e invalidaba las disposiciones democráticas en la primera Carta Magna, votada el 6 de noviembre de 1844. Al lograr la Constitución que deseaba, el general Santana aceptó ser escogido presidente de la República, por dos períodos consecutivos de 4 años. Fue juramentado el 13 de noviembre de 1844.
Otras dificultades
Afrontó dificultades cuando los habitantes de la sección Santa María de San Cristóbal, se negaron a formar parte del Ejército del Sur que debía marchar a la frontera para defender la soberanía contra los haitianos. La rebelión de Santa María, la encabezaron negros de origen haitiano y el Gobierno la reprimió de manera enérgica. El primer Gobierno del General Pedro Santana terminó el 4 de agosto de 1848; luego fue presidente de la República durante los períodos del 30 de mayo de 1849 al 23 de septiembre de 1849, del 15 de febrero de 1853 al 26 de mayo de 1856; del 13 de junio de 1858 al 18 de marzo de 1861, cuando anexó República Dominicana a España.
En la primera parte del Gobierno de la Anexión, del 18 de marzo de 1861 al 20 de julio de 1862, fue el jefe de la administración, pero luego fue reemplazado por representantes de España. Como premio por su decisión de anexar el país a España, la Reyna Isabel Segunda le concedió el título de Marqués de las Carreras.
El 4 de julio de 1861, Santana ordenó el fusilamiento del prócer Francisco del Rosario Sánchez y varios compañeros que luchaban contra la Anexión de la República a España. La ejecución se produjo en El Cercado, San Juan de la Maguana.
Cuando Santana murió era un hombre sin poder y una figura despreciada por la población, al extremo de que se temía la gente profanara su tumba, por lo que se tomaron medidas especiales para protegerla. Desde el año 1978, por una disposición del presidente Joaquín Balaguer, los restos de Pedro Santana descansan en el Panteón Nacional, en la calle Las Damas, de la ciudad colonial de Santo Domingo.
ld.santamaria52@gmail.com
(El autor es periodista residente en Monte Plata, República Dominicana).
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