Por Manuel Hernández Villeta
Es básico que se mantenga un ambiente de paz para la etapa final de las elecciones municipales. El caldeado proselitismo entre las tres principales fuerzas partidista y aliados debe recibir un balde de agua bien helada.
Un torneo electoral no es un cuadrilátero para ejercer la violencia, ni un escenario de guerra a exterminación total. Lo que se va es a exponer consideraciones para que el electoral escoja a sus preferidos. Un torneo cívico que la violencia empañaría.
Todos los partidos y aspirantes tienen el mismo derecho de dar a conocer su programa de gobierno municipal. Desde luego, unos tendrán más recursos económicos y técnicos que otros, pero no es el momento de avasallar ni golpear.
Hay puntos fundamentales en el ordenamiento municipal que son exigidos en los ayuntamientos de todo el país. Van desde el arreglo de las calles, hasta la recogida de la basura. En los últimos años, los ayuntamientos han perdido la brújula, y muchas administraciones son inoperantes.
Una buena demostración de esto es que a nivel nacional, la mayoría de los alcaldes o alcaldesas no buscaron la reelección. Los munícipes tienen ahora la oportunidad de votar de acuerdo con su conciencia. Sin embargo, con el final de las ideologías, el voto se convierte en una mercancía más.
El día de las votaciones para muchos es un mercado abierto, donde se compran votos, cédulas y conciencia. En certámenes anteriores las autoridades electorales han sido tímidas, y hasta complacientes, para parar esos delitos electorales. Pienso que ahora se debe hacer un esfuerzo para hacer cumplir los reglamentos.
Pero no se busque ni inocentes, ni culpables. Todos los líderes políticos de partidos mayoritarios han estado metidos en la compra de conciencia y el alquiler de cédulas. Unos tendrán un mayor saco que otro, pero todos se meten en la compra-venta del día de votaciones.
Si vemos las declaraciones en los medios informativos, todos los líderes políticos, minoritarios y mayoritarios, están rechazando la compra de cédulas y las acciones ilegales en las filas de votaciones. Vamos a tomar sus palabras al pie de la letra y esperar que sean responsables y abandonen viejos métodos.
Pero en la práctica, todos van a tratar de comprar cédulas, aprovechando que cuando hay hambre y miseria las masas no valoran el poder del voto. Es a la Junta Central Electoral que le toca hacer los señalamientos y acciones que dispone la ley, para reducir a lo mínimo la compra de cédulas.
Pero el mayor logro de las elecciones municipales seria que transcurran en paz, que no haya una violencia desmedida y que todos los partidos políticos comprendan que en el accionar democrático, se gana y se pierde, por lo que al ir al combate no se sabe dónde se terminara. ¡Fuera la violencia!. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
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