A Pleno Sol
Las frustraciones sociales tornan al país en una fragua de la violencia. La lucha contra la delincuencia tiene que ir directa al corazón de las exclusiones y las fisuras comunitarias.
La juventud de hoy se siente acorralada. No encuentra donde te sientas. La muchachada no ve futuro a largo plazo, y a corto tramo solo le queda estar todo el día parada en el colmado de la esquina.
Donde la subsistencia diaria no llega por el esfuerzo físico o intelectual, y por el sudor que hace brillar la frente, se da pie a los que se la buscan fuera de la ley.
En la casi totalidad de los casos, la lucha contra la delincuencia se centra en la detención del delincuente. En atraparlo, someterlo a la justicia y encarcelarlo por largos años.
Esa es una acción obligatoria. Todo el que comete un hecho de violencia, de derramamiento de sangre, de estafa, de violación al derecho a la vida, tiene que estar preso.
Pero nunca se habla de la prevención. Evitar que ese joven de el primer paso hacia la delincuencia. Nadie se pregunta qué pasa con los jóvenes, donde está ambientada la mayor carga de violencia, y como evitar que caigan en las redes del delito.
Ninguna sociedad ha podido exterminar la plaga de la violencia callejera, y el crimen organizado. Los viejos marxistas abogaban por fusilar a los cabezas de las bandas y detener a los lacayos, pero no pudieron acabar con los robos y las pandillas.
Las autoridades dominicanas deben comenzar con la prevención. Ir a los barrios donde surgen las avanzadas de delincuentes x del crimen, y comenzar con las tareas preventivas. Hay que empezar a llevar educación a los barrios, comida, tener la prédica daría de que el avance social se logra en base a la superación personal y colectiva.
Pero los traspiés de la actividad política, hace que los programas preventivos estén llenos de demagogia, y en muchas ocasiones no están focalizados en los males. Hay que trabajar con el abandono de la juventud, para enfrentar la sangre derramada en las calles.
Juega un papel estelar la lucha contra las drogas, hacer frente a los pandilleros, encarcelar a los revoltosos, pero también hay que pensar que donde no hay esperanzas, no hay soluciones. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
manuel25f@yahoo.com
(El autor es periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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