Redacción (VOA).- Francia celebró este martes el Día de la Bastilla, su fecha histórica nacional, con poco menos de la pompa y circunstancia habitual después de la pandemia de coronavirus y respetando algunas restricciones aún vigentes en el país.
Faltaron los tanques y los desfiles de tropas por la Avenida de los Campos Elíseos de París, pero su lugar fue ocupado por enfermeras en sus uniformes blancos, que representaron a los trabajadores de la salud que perecieron en los días más oscuros de la pandemia.
Francia también honró a los empleados de supermercados, cajeros, carteros y otros héroes de los trabajos esenciales durante la pandemia.
El presidente Emmanuel Macron, montado en un jeep militar, pasó revista a distancia a grupos de soldados en la Plaza de la Concordia, mientras que aviones militares Mirage y Rafale dibujaron el cielo de columnas de humo blanco, rojo y azul, los colores de la bandera francesa.
Varios helicópteros transportaron a pacientes convalecientes de coronavirus.
Los trabajadores médicos recibieron un extenso aplauso y un coro militar entonó el himno nacional La Marsellesa al tiempo que las tropas desplegaban una enorme bardera tricolor a lo largo de la plaza.
Fue la primera vez desde 1980 que el desfile del Día de la Bastilla no se celebró en los Campos Elíseos.
«Deseo”, dijo Macron en un mensaje divulgado antes de las actividades, “junto a todos los franceses y los ejércitos, rendir un vibrante tributo a los trabajadores de la salud y a todos aquellos, en todos los sectores, que permitieron continuar la vida pública, económica y social”.
El presidente dijo que “la dedicación, la tenacidad, el coraje y la solidaridad que emergieron con fuerza en todas partes, en las ciudades y en el campo, merecen admiración”.
Al menos 30.000 personas han muerto en Francia de coronavirus.
Los espectadores no pudieron acercarse a la Plaza de la Concordia para evitar aglomeraciones y los dignatarios invitados estuvieron separados en la tribuna.
El Día de la Bastilla conmemora el inicio de la Revolución Francesa de 1789, cuando la población destruyó la fortaleza de la Bastilla en París, una prisión que se había convertido en el símbolo de la monarquía.