El vocablo fascinación aparece con dos acepciones en el Diccionario académico. La primera dice engaño o alucinación, mientras la segunda definición es “Atracción irresistible”. En este último sentido se orienta el título de nuestro artículo, pues se alude a la atracción de los políticos por el mundo del espectáculo.
En menos de un mes, dos legisladores han sometido propuestas para cambiar nombres asignados a lugares públicos y denominarlos con los apelativos de sendas personas destacadas en el espectáculo, y no precisamente en el más digno de merecer la atención del pueblo ni el más dirigido a elevar sus condiciones espirituales.
Primero fue el joven diputado Orlando Jorge Villegas que propusiera nombrar Jack Veneno (Rafael Sánchez) el parque conocido como Eugenio María de Hostos. Esto, presumo, porque allí se escenificaban las presentaciones de lucha libre del popular “pancracista”, como decía el narrador del engañoso espectáculo.
Jorge Villegas, nieto de un expresidente y de un gran poeta, de los cuales fui amigo, buscará otro lugar para honrar al sonado campeón de patadas y trucos del combate cuerpo a cuerpo. Hostos no genera fascinación, porque no fue hombre de televisión, sino de aulas, de libros, de periódicos, de pensamiento: un maestro. Lo suyo fue pizarra, no pantalla.
La prensa del pasado miércoles (20-4-21) ha informado que el Senado de la República aprobó el día anterior, en primera lectura, un proyecto de ley que nombra Rafael Corporán de los Santos a la avenida Charles Sumner del ensanche Los Prados, en el Distrito Nacional. Otro caso de desvestir un santo para vestir a otro.
Y claro, tiene que ser esa la calle porque allí estuvo la emisora de Corporán en su etapa de hombre próspero. Y serán colocadas dos tarjas en reconocimiento “a la trayectoria de Corporán de los Santos en la radio y la televisión, así como su ejercicio en su vida social, empresarial y artística”. Quizá falte citar alguna actividad del fascinante locutor.
Un mérito esgrimido para motivar el proyecto de ley es que Corporán logró un espacio digno en la sociedad “luego de haber nacido en extrema pobreza, donde tuvo que dedicarse a diversas ocupaciones desde temprana edad, como limpiabotas, canillita, billetero y lavador de vehículos y empleado de diversas empresas.
Es cierto que Charles Sumner -no Summers, como se ha escrito- es el nombre de un político extranjero, pero es bueno averiguar qué hizo para merecer una calle en nuestra ciudad capital. Les adelanto que tiene que ver con sus trabajos en favor de la soberanía dominicana desde el Senado de los Estados Unidos. Senadores, escudriñad las escrituras.
rafaelperaltar@gmail.com
(El autor es periodista y escritor residente en Santo Domingo, República Dominicana
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