A rajatabla
El odio como arma de dominación política y económica ha sido causa de todas las tragedias que ha padecido la humanidad, como también sería motivo de su destrucción a menos que el hombre logre liberarse todo prejuicio étnico, social y de cualquier ofuscación que promueva discriminación o privilegio.
Hasta el odio de clase, que pretende justificarse sobre supuesta redención de la mano de obra subyugada por el capital, ha sido definido como nocivo porque fomenta la falsa idea de que rencor y resentimiento promueven solidaridad e igualdad.
Cuando el presidente Luis Abinader advirtió que la frontera con Haití nunca más sería la misma, quiso decir que se emplearían nuevos procedimientos para controlar la migración y regular el comercio, pero grupos generadores de odio mercadearon esa proclama como la llegada de una nueva era segregacionista.
El liderazgo político opositor ha respaldado la posición del gobierno dominicano respecto a rechazar la construcción ilegal e irregular en el lado haitiano de un canal de riesgo de desvió del rio Masacre, por constituir inaceptable violación al tratado bilateral de 1929.
Lo que si se objetó fue el conjunto de medidas extremas asumidas por las autoridades, sin antes agotar canales de dialogo, de cierre de la frontera al intercambio comercial, suspensión de visados a ciudadanos haitianos y repliegue excesivo de tropas y equipos a la zona fronteriza.
Las fábricas de aversiones tildaron de traidores a la Patria a quienes propugnaron para que el diferendo con Haití se ventilara en el seno de la Organización de Estados Americanos (OEA), y en cambio propugnaron por endurecer las medidas de represalia contra Haití, consistentes, literalmente, en negarle agua y comida.
Esa exhibición de músculos no surtió efectos deseados; por el contrario sirvió para unificar a todos los sectores de Haití, incluido bandas armadas y elites económicas mafiosas, en torno al planteamiento de que República Dominicana es motivo y causa de los males que padece el vecino.
El gobierno recapacitó al acoger la recomendación de reabrir el comercio con Haití, aun sea en forma controlada, y solicitar la intervención de la OEA en procura de la resolución del diferendo por la construcción irregular de ese canal, por lo que seguramente las fábricas de odio acusarán al Presidente y al canciller, con todo y el gobierno, de traidores a la Patria.
La sensatez emerge como arma básica ante un litigio en el cual el gobierno está compelido a actuar con razón, con ventaja y sin sobrepasarse, por lo que se recomienda al presidente Abinader alejarse lo más que pueda de las aguas contaminadas de odio y rencor que emanan desde litorales ultraderechistas.
orion_mejia@hotmail.com
(El autor es abogado y periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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