«Impresencia»
Al observar el proceso de crecimiento que hemos tenido, desde el instante mismo de la concepción, pasamos por alto «un detalle», ¿en qué momento se nos «inserta» la consciencia?. ¿Cuándo nos surge el primer pensamiento?.
De las 37 o 42 semanas que nos pasamos en silencio, antes de salir a «la luz», que más bien es oscuridad, es en la semana número 5 cuando el cerebro y el corazón comienzan a desarrollarse.
De la 6 a la 7, el cerebro establece cinco zonas. Ya para la semana 14 la cabeza, que es donde se guarda el cerebro, es del tamaño de la mitad del cuerpo.
De la semana 19 a la 21 ya somos capaces de escuchar y esto nos estimula produciendo movimientos a todo nuestro cuerpo.
Para la 26, nuestros ojos están perfectamente dotados de todos los detalles para «descubrir» y comunicar a nuestra «aun» futura consciencia, ¿qué carajo será lo que veremos en pocos días? Mientras el cerebro crece rápidamente.
Será en la semana 35 cuando ¡lograremos! Tener «insinuaciones de sueños definidos» yo, ni idea sé dónde sacan todas estas conclusiones…
Al salir a la luz hay un silencio presente. Uno mira confundido y asombrado el nuevo panorama. De repente, siente unos jalones y sacudidas que lo hacen sacudirse y llorar… empieza el drama.
Lo próximo será comer y crecer en un estado de «piloto automático» que se extenderá por los próximos tres años en donde de manera instintiva aprenderemos a caminar, escuchar, hablar…
No será hasta los cinco años cuando comenzaremos a «navegar» entre «ese mundo soñado» y este nuevo que habitamos. Tendremos desprendimientos del cuerpo y flotaremos recorriendo el barrio en un deleite tipo Peter Pan.
Más adelante, cuando se nos impongan las tareas particulares de irnos haciendo responsables, dejaremos de estar presentes en los «dos mundos» para afincarnos de una vez y por todos en este.
El ruido que emana de la tierra, los amigos, animales y demás objetos motorizados serán una de las principales razones que nos mantendrán distraídos de ese mundo interior y silencioso que nos trajo aquí.
Olvidaremos estar con nosotros y ahora estaremos con ellos y con todos. Mirarse de nuevo será ocasionalmente y casi un milagro. Ya no recordaremos aquel primer pensamiento y mucho menos ¿en qué momento hicimos nuestro primer acto de consciencia?.
Para estar presente, toca dar marcha atrás olvidando todo lo vivido y aprendido y retomar «esa» inocencia que nos permitía ver realmente lo que se estaba viendo y no como ahora que todo se nos hace transparente. Cuando el ojo reconoce, lo conocido, lo ignora.
Pasamos por el mismo lugar una y otra vez hasta que ya ni determina los detalles. Si este capta una señal constantemente, deja de procesarla y desvía la información hacia otro archivo donde la consciencia está ausente.
Los humanos, tenemos el privilegio de poder participar de dos dimensiones. La presente y la «impresente». En la primera vivimos distraídos y acosados constantemente por los pensamientos. De la segunda solo se alcanza cuando se obvia la primera.
Lo paradójico es que solo se puede estar cien por ciento presente a través de lo «impresente». Pero para estar «impresente» es menester despojarse al cien por ciento de lo presente.
Trataré de explicar este lío. Usted solo alcanzará a estar presente si conscientemente está viendo lo que ve, escuchando lo que escucha y hablando lo que habla.
Por otro lado, usted solo logrará estar «impresente» si solo deja de pensar, para poder ver, hablar y escuchar lo que no piensa… La cosa ta difícil… Volvemos…
La consciencia puede estar presente e impresente de acuerdo a la dimensión que queramos o «podamos» alcanzar. Usted puede pensar que está presente, pero en verdad se la pasa como zombi de aquí para allá sin percatarse de nada.
Para lograr la «impresencia» se tienen que bloquear todos los pensamientos y en ese vacío es cuando logramos conectarnos a nuestra verdadera esencia. Lo que realmente somos y que en verdad nos permite hacer consciencia de «estar presente» «en el presente»… ¿Entendió? Sigue siendo un lío, dejémoslo ahí.
Para formarnos plenamente necesitamos 37 semanas de «impresencia», 5 años de transición, toda una vida de distracción y jaleo y ¡quizás! Quizás, algunos logren un momento de estar presente.
No es fácil acallar la mente y llevarnos al vacío existencial, donde todo comenzó. En donde somos un espejo que se mira a sí mismo y por eso nunca vemos nada. Que conste que no me he fumado nada. ¡Salud!. Mínimo Caminero.
massmaximo@hotmail.com
(El autor es artista plástico dominicano residente en West Palm Beach).
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