Por Manuel Hernández Villeta
La pandemia que afecta al pueblo dominicano no puede ser detenida en medio de enfrentamientos partidistas. No está ahora mismo en manos de la ciencia el control de esta epidemia. No hay vacunas. Luce incontrolable en el mundo y en la República Dominicana.
No puede el pueblo dominicano doblarse, bajar la frente, el momento es de lucha por subsistir, pero los líderes políticos tienen que dar el ejemplo. Es hora de enterrar la furia del partidismo y comprender que la unidad es necesaria.
Sin la fuerza que da la unidad y luchando por un propósito común será difícil vencer a la muerte. Esta pandemia en su versión local luce imparable, y es bueno que se traten de mitigar los efectos.
Ni los políticos ni los dirigentes gremiales deben tratar de conseguir principalías y titulares de periódicos en la crisis sanitaria. Hoy no se trata de movimientos vacuos, sino de salvar a todo un pueblo, a todos nosotros.
Las estadísticas oficiales destacan que la pandemia entró a la República Dominicana por los polos turísticos, los sectores de clase media y alta, los políticos a todos los niveles. De hecho el ministro de Salud Pública dice que los carnavales, las fiestas y la actividad política son causales del brote en San Francisco de Macorís.
Se han desbordado las clínicas y laboratorios privados. Pero todavía la Pandemia no llega al corazón del barrio, donde los afectados tendrán que ir a los hospitales públicos. Las medidas obligatorias y dolorosas tomadas por las autoridades se deben mantener. Hay que proteger a todo el pueblo, y pensar en los más necesitados.
A pesar de las peticiones que se hacen constantemente para fijar el toque de queda de 24 horas, pienso que dentro de la estructura dominicana traerá mayores problemas. En el Distrito Nacional y Santo Domingo, que conozco como la palma de mi mano la mayoría vive en los patios y en los reductos de miseria.
En la marginalidad conviven hasta diez personas en una casucha sin protección. Comen y suplen sus necesidades en el día a día. No tienen trabajo fijo, ni salarios seguros. Los políticos los utilizan en época electoral, pero siguen siendo los más susceptibles de la población.
Esos marginados salen a las calles sin protección, porque en el mercado no aparecen las mascarillas ni el gel desinfectante. Y cuando se venden en alguna farmacia tienen precios prohibitivos para los que sólo esperan el chao.
Para poder llevar a cabo una jornada efectiva contra esta pandemia y salvar a los dominicanos, hay que dejar el partidismo a un lado y comenzar a pensar en el todo unitario de la nación. Ahora está presente la oportunidad de demostrar del calibre que están formados los dirigentes. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
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