En sólo 178 años de vida republicana, la Constitución dominicana ha sufrido cuarenta alteraciones, algunas destinadas a satisfacer necesidades de cambios en el ordenamiento jurídico, otras para resolver crisis circunstanciales y muchas para complacer veleidades de gobernantes afectados por el delirio de la perpetuidad en el poder.
Si bien la Ley Fundamental proclamada en San Cristóbal el seis de noviembre de 1844, pudo adolecer de imperfecciones y debilidades, ella fue vital para dotar de identidad a la criatura nacida el 27 de febrero del mismo año. Quizá una década fuera suficiente para examinar un documento surgido bajo los olores de la pólvora y la sangre derramada.
La primera modificación ocurrió en febrero de 1854 y a partir de ella se crea el cargo de vicepresidente de la República para sustituir provisional o definitivamente al Presidente, función hasta entonces reservada al Consejo de Secretarios de Estado, el cual gobernaría por tres meses y convocaría la elección de un nuevo mandatario.
Esta primera reforma incluía setenta artículos y ocasionó grandes debates entre corrientes ideológicas muy distanciadas, como la conservadora, con Pedro Santana y Buenaventura Báez, como cabezas, y la corriente progresista, encarnada por los discípulos de Duarte, como Félix María del Monte y Juan Nepomuceno Tejera.
En noviembre de 1854, el Congreso Nacional, atendiendo a un pedido del presidente Santana, consideró que la revisión constitucional de semanas atrás provocaba “grandes obstáculos en la marcha de los negocios públicos” y dispuso una revisión, del artículo uno hasta el 161. El nuevo texto fue proclamado el 16 diciembre del mismo año.
En 1858, a las pugnas entre bandos políticos se unieron unos resentimientos de carácter regional. Líderes cibaeños se oponían a ejecutorias del presidente Báez, y en Moca hubo de reunirse la Asamblea. En los debates salió a relucir la designación de una ciudad como capital de la República y Santiago resultó la más votada.
La nueva Carta fue proclamada el 21 de febrero, pero su vigencia fue breve. Un movimiento de hombres del Sur enfrentó la revuelta cibaeña, que había depuesto a Báez, y encabezada por Pedro Santana asumió el Gobierno. Quedó sin efecto la Constitución de Moca y se recurrió al texto inmediato anterior, proclamado en 1854.
En términos comparativos, la segunda mitad del siglo XIX presenció más mutaciones a nuestra Constitución que las efectuadas durante el siglo XX. Diecisiete reformas en 56 años equivalen a una cada 39 meses. Así ocurrió en el siglo XIX, mientras en el XX se produjeron veinte modificaciones, lo que significa una enmienda cada cinco años.
rafaelperaltar@gmail.com
(El autor es periodista y escritor residente en Santo Domingo, República Dominicana).
Comentarios sobre post