A Pleno Sol
Las encuestas son un espejismo, un instante fugaz, una realidad del momento, que no se eterniza. Los sondeos constituyen un material de trabajo, para conocer debilidades y fortalezas. Pueden pregonar el triunfo o la derrota, pero no son las votaciones finales.
En unas elecciones hay guerra de encuestas. Muchas son hechas a la medida. Se hacen por encargo, para satisfacer necesidades de clientes que pagan bien. Otras son serias y objetivas. Se puede determinar la veracidad de una encuesta si conocemos a fondo como se estructuró, y cuál fue su metodología operativa.
Se puede tener ojerizas con una firma encuestadora, pero ello no descarta la seriedad del método. Si la prueba se hace con un ejercicio pulcro, apegado a la responsabilidad profesional, los resultados se ajustaran a la verdad.
Pero nada es más circunstancial y momentáneo que la encuesta. En ocasiones hay cambios fundamentales entre el momento de hacer el trabajo de campo, y dar a conocer las muestras a la opinión pública. En esas dos semanas de trabajo técnico, el panorama puede cambiar radicalmente.
Una firma seria de aquí a las elecciones presidenciales tendría que hacer dos encuestas, para mantener un balance lo más profesional posible, y tratar de sustentar números que guarden relación con los hechos del día de las votaciones.
Sin embargo, una encuesta no está por encima de la libérrima obligación de votar en las elecciones. El ciudadano al momento de depositar su papeleta es el que da el triunfo o la derrota. La mayoría de los votantes no tienen militancia partidista, y su voto es emotivo, de acuerdo a su estado de ánimo en ese momento.
En la vieja política marrullera de hace unos años se decía que las elecciones se ganan el día de las votaciones, con un saco de papeletas en el baúl del carro situado en la esquina de un colegio electoral. Ojala y sea una experiencia que se supere para las elecciones del 2024.
En febrero va a llegar el momento de escoger a los nuevos síndicos y regidores. Allí se dará la verdadera encuesta nacional. El partido que obtenga mayor cantidad de alcaldes, estará en primera fila para ganar las elecciones presidenciales.
Las encuestas no están marcando el sentimiento abstencionista. En la terminología electoral moderna se da mucha importancia a la masa que decide no participar en las elecciones, no votar por ningún candidato y quedarse en su casa. Son los desilusionados de la política, que no ven la ronda de comicios como un deber con la democracia. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
manuel25f@yahoo.com
(El autor es periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana)
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