En memoria de todos los jóvenes desaparecidos y torturados por toda la américa morena.
Recostado sobre el borde de una ventana abierta del piso once, un hombre en traje gris, ve cruzar el vuelo veloz e incierto de un ave. ¿Parece un cóndor?. Se pregunta, pero lleva huellas marcadas en verdes y ocres.
Se pierde en el mar, su vuelo deja una estela gris y un olor mudo como el hueco ajeno de su carga.
Dentro, va el silencio acompañado de verdugos. Cómplices ignorantes que serviles sonríen a sus mayores.
La vergüenza se arrastra por todo el suelo de sus entrañas.
Un cóndor real, le mira dudoso y bate fuerte sus alas, como queriendo romper los cristales del impostor asesino.
Sobre el vuelo, una niña pinta imágenes de nubes. Desde su patio inocente despide a sus padres sin saberlo.
Es peligroso pensar en esta década de los 70s.
Han soltado los perros con botas y andan surcando los andes. La cordillera está seca de tanto llorar.
Ausente y sin apellidos crecerá esta niña.
Desde lo alto, el cerro mira la tristeza inundando semillas aplastadas, que, aun así, brotarán.
El hombre se aparta de la ventana y pregunta, en un español anglicado, al grupo de generales sentados alrededor de una mesa ¿cuántos vuelos tendremos hoy?. Cinco o más, responde indiferente el de más rango.
Se saca sus lentes para limpiarlos a la vez que dice; ¡limpiarlos!. ¡Hay que limpiarlos a todos!.
La operación cóndor, fue un “acuerdo” entre el Departamento de Estado norteamericano, dirigido por Henry Kissinger, y las dictaduras latinoamericanas en el año 1975.
El mismo promovía la desaparición, torturas, asesinatos, vigilancia, entre otras cosas, de todos los que se subordinaran o insinuaran ideas de izquierda que promovieran el comunismo.
Alfredo Stroessner, golpe de estado (Paraguay 1954)
Hugo Banzer, golpe de estado (Bolivia 1971)
Grupo de militares dan golpe de estado (Brasil 1964)
Junta cívico-militar se instala en Uruguay 1973
Augusto Pinochet da golpe de estado en Chile 1973
Rafael Videla, golpe de estado (Argentina 1976)
Igualmente, en Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela y toda la América Central se establecieron las coordenadas del plan cóndor.
La guerra fría, entre EEUU y Rusia se incrementó desde el mismo final de la Segunda Guerra Mundial en el 1945. Cuba, fue la señal de alerta a raíz del triunfo de la revolución en el 1959.
La mano dura, se estableció como norma ya que, ¡otra cuba, ni pensarlo!. En la República Dominicana, le tocó a Joaquín Balaguer, dictador “democrático”, cumplir las órdenes norteamericanas al respecto.
La pregunta que uno se hace ahora, luego de que todo “ha pasado”, es: ¿valió la pena asesinar a tantos hombres y mujeres? ¿en verdad, fue necesario el plan de Mr. Kissinger? Y la última ¿tendrá remordimientos?.
La historia nos ha mostrado que todos esos jóvenes de izquierda que sobrevivieron a las torturas y al odio y que luego llegaron a ocupar cargos importantes incluso de presidentes, como Lula, en Brasil, Bachelet, en Chile, «Pepe» Mujica, en Uruguay, entre otros, no representaban un peligro mayor que los conservadores impuestos por los EEUU.
Vergüenza debería de darnos “admitir” que hemos sido títeres de las corporaciones foráneas quienes han sembrado de sangre “nuestras tierras” para beneficiarse. Sin importarles nuestros hijos, nuestros padres o hermanos.
Quienes defienden a los norteamericanos, se afincan en que “son mejores que los rusos” y, ahora dirán que los chinos, pero no se trata de estos o los otros, se trata de que tenemos nuestro propio camino que recorrer y que “eso” que llamamos “bueno” mato a más de 50 mil jóvenes latinoamericanos y torturo sobre los 400 mil, según los documentos encontrados “por casualidad” en Paraguay, en el 1992, por el juez José Fernández, y llamados “los archivos del terror”.
Los vuelos de la muerte, llevaban amarrados y endrogados a los sospechosos. Eran lanzados al mar cual bultos pesados. ¿Quién se atreve a defender estos crímenes?.
La ventana del onceavo piso está cerrada. No hay cóndores verdes ni ocres que surquen el cielo, ni niños huérfanos criados por los asesinos de sus padres.
Yo espero que la conciencia nueva detenga las futuras insinuaciones del norte y que nadie tenga la desidia de aceptar matar a su propio pueblo a cambio de unos minutos de fama y una miserable riqueza. El vuelo del cóndor atraviesa sereno los andes. ¡Salud!. Mínimo Caminero.
(El autor es artista plástico dominicano residente en West Palm Beach).
massmaximo@hotmail.com
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