A Pleno Sol
El inicio de las clases, luego de una etapa de virtual congelamiento de casi dos años, debe servir de agente de alegría para todos. Se trata del futuro del país, de la superación individual, de que las nuevas generaciones puedan ejecutar su papel de relevo.
En el pasado año y medio, desde que la pandemia entró de lleno en el país, los colegios privados ofrecieron docencia en forma presencial, con limitación de cupo de estudiantes. Las escuelas públicas fueron cerradas y los maestros, en su casi totalidad, de vacaciones.
El método online y a través de los medios de comunicación que organizó el Ministerio de Educación fue una medida que no llenó expectativas, y prácticamente dejó a los muchachos encharcados en un aprendizaje desconocido.
Sin embargo, motivó a que no se cerrara totalmente la enseñanza en el sector público. Los colegios si ofrecieron la docencia por internet y las redes sociales, sobre todo los de clase media alta hacia arriba. El costo inalcanzable del servicio de internet de alta resolución conspira para que los pobres puedan recibir docencia vía on-line.
En el país hay experiencias muy buenas en lo que se refiere a la clase por la radio y la televisión. Radio Santa María y otras estaciones de la iglesia católica son un buen ejemplo. Una sugerencia válida es que el ministerio de Educación no debe abandonar a los medios de comunicación. Solo hacer los reajustes necesarios.
Es de rigor dar apoyo a los esfuerzo para que este año escolar sea un éxito. El país lo demanda. Se tiene que reforzar una hermandad de esfuerzos entre la Asociación Dominicana de Profesores y el Ministerio, para sacar adelanta la enseñanza nacional.
Hay serias deficiencias que se van a tener que tratar de inmediato. Es la baja calificación para enseñar que tiene una parte considerable del magisterio. Los viejos maestros, los que eran un templo de la enseñanza, ya están camino de la jubilación. La generación sustituta luce con preparación ineficiente.
No es momento de echar la culpa a nadie, sino de buscar soluciones. En las principales universidades hay ahora escuelas de la magistratura, y casi todo el que entra al sistema tiene que tener su título. Una mayoría significativa de graduados no pasa las evaluaciones para ser asimilado al sistema de enseñanza.
Las eternas deficiencias del sistema educativo están presentes desde hoy, además del experimento de volver a las aulas, que en muchas escuelas estará con estudiantes admitidos por encima de la capacidad del plantel. Es mejor correr el riesgo, que dejar a un muchacho sin el pupitre. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
manuel25f@yahoo.com
(El autor es periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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