Tanto Mateo 77-8, como Lucas 11-9, revelaron el secreto que guarda una «buena conexión» en la oración. El propósito de esta, no está solo supeditado «a pedir» sino a «encontrar» la vía del enlace celestial.
Cuando estamos bien conectados, el milagro ocurre. Si en verdad logramos «abrir esa puerta» tendremos una vida igual de mortal, pero mucho más llevadera y placentera.
«Y yo os digo: Pedid y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Ya que todo el que pide, recibe. Y el que busca, encuentra. Y todo aquel que llama, se le abrirá… la puerta».
Neville Goddard, interesante pensador y escritor nacido en Barbados, hurgó como pocos en las escrituras sagradas. Sus descubrimientos metafísicos le llevaron a indagar en «los mensajes ocultos», no solo de la Biblia, si no en diversas «creencias» del planeta.
Decía; que el poder de la consciencia, era capaz de «manifestar» cualquier deseo que «esta» quisiera. Los pasos para alcanzar tal don, los basaba en una trilogía, de «apariencia simple», pero para mí, ha sido algo «inalcanzable», tomando en cuenta dos experiencias únicas.
Primero hay que lograr el silencio, luego, visualizar o pedir lo que se desea y de último, alcanzar a sentirlo como si ya lo tuviésemos. Suena sencillo, pero no lo es.
En mi caso particular, las dos ocasiones en que, «ocurrió el milagro», me encontraba en situaciones de mucha necesidad, por lo que digo, que uno cuando más jodido está es cuando más cerca está de «conectarse».
Aprendí a sentir, la certeza de la incertidumbre y, aunque erróneamente dije «dos», los milagros se han hecho una constante diaria en mi vida. Lo que me pasa a mí, no es exclusivo, solo que ustedes están tan distraídos que no logran «ver» lo que pasa a su alrededor…
Nos olvidamos de sacar un momento, diariamente, para estar en silencio, y agradecer y pedir. No tenemos que buscar el milagro ni la magia, solo agradecer y pedir.
Cinco o tres minutos son suficientes y no hay que hacer una «convocatoria» o prender velas ni nada de esas pendejadas. Usted se calla, cierra sus ojos y se concentra únicamente en agradecer por lo que tiene y no ve, y en pedir lo que «cree» necesita…
Cuando dije anteriormente, que parece «simple», realmente no lo es, pero «eso» es cuando usted está buscando «un encuentro más cercano». Para eso, hay que encontrar el momento del silencio total, de lograr obviar todos los pensamientos que brotan como lluvia y de sentir las vibraciones y energías que están, efectivamente, escuchando.
Neville Goddard, planteaba que «la imaginación» y nuestra consciencia es Dios. Que el Dios de la Biblia, es precisamente nuestra consciencia. ¿De qué forma pedimos? ¿A través de qué? ¿Cómo buscamos o llamamos? ¿Quién siente la manifestación?
La fe es la certeza de «algo» que ocurrirá… Pero ¿Cómo ocurrirá? Eso ya lo determinamos de acuerdo al modo como lo sintamos. Es decir, si logramos conectarnos, «apropiadamente», veremos como lo imposible se vuelve posible, veremos el poder de Dios… en nosotros.
El poder de la oración es tal, que solo unos cuantos han logrado aprender de su fuerza. Jesús, el más destacado de todos, tuvo la gentileza de revelarnos a través de parábolas, los secretos de semejante poder.
Sanar enfermos, revivir muertos, multiplicar la comida, hacer ver al ciego, no son metáforas, son cualidades que todos tenemos, pero somos tan incrédulos, que lo único que pedimos es dinero y aunque es posible que se saque la lotería, lo esencial de la vida es precisamente como la asumimos.
Cada vez que nos hacemos más dependientes de lo material, estamos más lejos de dotarnos de la riqueza de la consciencia. Las consecuencias de esto, es la carencia de espíritu, el estrés y el deterioro del instrumento que nos sostiene, el cuerpo.
Podemos pedir lo que queramos, el poder de la oración es mágico. Más no olvidemos que somos un Dios viviendo una experiencia terrenal y que no debemos de caer en falta de compasión, bienestar y amor para con todo.
La brevedad y temporalidad del ser que hoy somos, se transformará eventualmente porque así está diseñada esta visita a este lugar en el que hoy estamos. No nos engañemos ni nos aferremos porque traemos un término marcado.
Y para eso no hay oración que valga, lo interesante es que, en el más allá o acá, de todo lo inmarcesible que existe, solo la consciencia prevalece. Porque la consciencia es en sí, la oración. ¡Salud!. Mínimo Oranero.
massmaximo@hotmail.com
(El autor es artista plástico dominicano residente en West Palm Beach, EEUU).