La buena relación entre hermanos es un hecho muy propio de la naturaleza humana, pero no excluye a otros seres del mundo animal que se hermanan para convivir en manadas, rebaños, bandadas, cardúmenes… La mutua protección es el primer beneficio de la hermandad, por eso a ciertos amigos se les da categoría de hermanos.
Las riquezas materiales y el poder político, particularmente en los regímenes monárquicos, han provocado que los hermanos se peleen. La división de bienes heredados, entre ellos el gobierno de una nación, han originado sucesos lamentables entre hermanos, algunos derivados, incluso, en fratricidio.
«1. ¡Qué bueno y qué tierno es ver a esos hermanos vivir juntos! 2. Es como un aceite refinado que desde su cabeza desciende hasta la barba, la barba de Aarón, hasta el cuello de su túnica. 3. Es como un rocío del Hermón, que baja sobre las montañas de Sión. Allí el Señor otorgó su bendición, la vida para siempre». (Salmo 133).
El bello texto que antecede es el salmo 133, atribuido al rey David. Que los hermanos vivan juntos y se quieran es comparable a un bálsamo perfumado. A todos nos parece plausible y nos resulta gozoso que los hermanos se protejan entre sí. En principio, el mayor cuida del menor y lo orienta hacia el logro de sus objetivos.
Juan Alexis Medina, por ejemplo, escapó de la profunda pobreza original en el lejano Arroyo Cano, Bohechío, pero con mejor suerte que su hermano mayor, quien había corrido del deprimido lar nativo para abrirse paso en la Capital. Cursó estudios superiores, pero encontró en la política la vía de redención familiar.
Un desafortunado parto de las circunstancias colocó al hermano de Alexis en la posición cimera del Estado. Entonces Alexis vio llegado su momento, el momento de la liberación, la compensación por los juguetes que no tuvo, por los apetitos reprimidos, por las estrecheces en las que había nacido y vivido hasta entonces.
Durante la niñez de Alexis, su hermano mayor lo mimaba con dolor por la imposibilidad de complacerlo, luego comprendió que ya era tiempo para ello. Fue así como Alexis satisfizo a plenitud sus ansias de riquezas, y ebrio de facilidades, nunca creyó que el reino de su hermano tendría fin. Siempre lo vio como un ser excepcional.
Para el hermano de Alexis la situación se torna compleja, pues había dicho que al fin de la función pública desempeñada quería andar tranquilo por las calles. Pero no podrá. Pocos creen que las múltiples tropelías de Juan Alexis fueran por su cuenta. Imposible robar tanto sin apoyo superior. No habrá paz para el hermano de Alexis Medina.
rafaelperaltar@gmail.com
(El autor es periodista y escritor residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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