Aquí los fraudes en las votaciones a cargos electivos del Estado han sido –y son- sumamente variados. Los hay estructurales y coyunturales, internos y externos al sistema electoral.
Entre los fraudes estructurales los hay como el uso del poder estatal y sus recursos para derrotar al contrincante a nivel nacional, municipal o provincial. También el empleo abusivo del poder empresarial, mediático, militar o policial a favor de determinadas candidaturas, o la injerencia de corporaciones extranjeras y mecanismos de intervención a cargo de EE UU. No falta la manipulación de encuestas para inducir respaldos y encubrir estafas.
El clientelismo entra dentro de esa familia de fraudes que se ejercen previamente a las votaciones. Igual el uso del miedo, ya sea de matriz religiosa o mediante chantajes económicos, sin obviar la explotación de necesidades humanas imperiosas.
Los fraudes coyunturales guardan relación con la compra y venta de cédulas y votos, alteraciones de actas, compra de delegados de partidos adversos, robo de urnas, secuestros de votantes, amenazas directas, alteraciones electrónicas, doble votación, manipulación del padrón, uso de partidos satélites para abultar votaciones, intimidación militar y paramilitar… Con lo que no agoto la creatividad perversa de los expertos en la materia.
A más poder económico, estatal y empresarial mayor capacidad de fraudes impunes en medio de su persistente expansión; en tanto política, cargos electivos y votaciones se convierten en negocios muy lucrativos.
Pero la verdad es que entre estos fraudes no se encuentra el fraude mayor, el papá de todos los fraudes.
Este tiene que ver con la Constitución y las leyes, con el sistema de partidos instalado y su legalidad generadora de ilegitimidad, ventajismos, exclusiones, anti-democracia y monopolio y oligopolios políticos, que reproducen el sistema, con alternancia o sin ella, en cada comicios.
Los mecanismos electorales constitucionales, la ley electoral, la ley de partidos, la concepción neoliberal del Estado y la privatización de la política que ellas prohíjan, determinan que generalmente solo los polos de las derechas políticas conectados con el gran capital y las diversas modalidades de corrupción y fuentes de financiamientos espurios, tengan posibilidad de competir y dominar. Lo otro es adorno, espuma, diversionismo… La libertad se reduce a escoger quien será el verdugo
Vale esto para el PLD-gobierno, PLD oposición (FP) y PRM cabeza del bloque opositor, y para toda la competencia en boga; y esto, sin espacio significativo para nadie más, reproduce más de lo mismo. Más neoliberalismo, sumisión a EE UU.
narsoisaconde@gmail.com
(El autor es dirigente político residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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