He reflexionado siempre por qué existe la rivalidad entre la República Popular China y Taiwán, si comparten la misma lengua, tradiciones, costumbres y ancestros.
Taiwán, un pueblo ubicado a 180 kilómetros de China, administra una república democrática con 23 millones de personas, mientras China comunista, según el censo del 2022, tiene 1.412 millones bajo el mando de un partido único. Es el país más poblado de la tierra.
Es un terreno isleño ubicado en el Océano Índico, entre el Oeste de China y el sur de Japón, al Este del continente de Asia. Ambos pueblos están separados por la Ley Anti-secesión del 2005, que impide que Taiwán se independice de China continental, bajo amenaza de ser intervenida con armas por ésta última.
Las estadísticas hablan del potencial económico de la República Popular China situada como la segunda más grande del mundo en términos de producto interior bruto nominal y la mayor en paridad de poder adquisitivo, de acuerdo a reportes del Fondo Monetario Internacional.
Esa nación de Asia oriental es el centro mundial para la fabricación de todo tipo de productos y la indiscutible mayor potencia industrial y exportadora de bienes a nivel universal. También es el país con una mayor tasa de crecimiento en consumo.
La disputa que mantienen data desde el año 1949 y agravó con la visita a la isla de la temeraria y controversial presidenta del Congreso de Estados Unidos, Nancy Pelosi.
Es una historia muy interesante. Son dos frentes asiáticos con similares tradiciones milenarias, no así en el terreno político que se caracteriza por una secuela de conflictos, factores que han imposibilitado enfriar las tensiones.
Taiwán se ha mantenido firme frente a las intenciones de China de controlar la isla. La bravuconada de los taiwaneses tiene una explicación y es que cuenta con el apoyo de Estados Unidos y dispone de una estrategia que ayuda a su supervivencia nacional y a mantener a raya a la poderosa China.
Se trata del llamado «escudo de silicio», una industria clave de la que dependen muchas naciones, desde la fabricación de aviones de combate hasta paneles solares, pasando por videojuegos o instrumentos médicos. Es un sistema de protección que aleja la posibilidad de ser ocupada por el imperio de Berlinga.
Es el silicio un elemento químico de color amarillento, que se extrae del cuarzo y otros minerales considerado el segundo elemento más abundante en la Tierra después del oxígeno. Se utiliza en la industria del acero como componente de las aleaciones de silicio y acero, en la fabricación de transistores y circuitos integrados, en la elaboración de vidrio, barnices, esmaltes, cemento, porcelana y otros.
La importancia de Taiwán como productor mundial de microchips hace que China lo piense dos veces antes de usar la fuerza contra el territorio insular. Los recientes ejercicios militares chinos en las cercanías de Taiwán no trascenderán a una virtual ocupación, pues le temen al escudo porque cualquier acción militar sería tan dañina para China como para los taiwaneses y los Estados Unidos.
El escudo de silicio se describe como un arma que nadie puede replicar a mediano o largo plazo dado su nivel de complejidad. Los chinos no han podido lograr hacer réplicas, pese a que son considerados los mejores replicadores del mundo.
Según los versados en geopolítica y tácticas de la guerra fría, eso significa que la posición de esa isla en relación a su fabricación a nivel mundial de chips semiconductores avanzados, actúa como elemento disuasorio de una acción bélica de parte de Beijing. Es la razón de que el Gobierno de Pekín no haya seguido adelante con su intención declarada de tomar Taiwán por la fuerza.
Es que el gigante asiático, al igual que el resto de la economía mundial, depende de los chips súper sofisticados. Se afirma que estas pequeñas piezas están elaboradas con semiconductores, esto es, circuitos integrados fabricados generalmente con silicio.
Se comenta que si Taipéi no fuera un proveedor tan importante de tecnología para el mundo, es probable que China ya hubiera adoptado medidas de ocupación.
La escasez de semiconductores se inició en el sector del automóvil, debido a que los fabricantes calcularon incorrectamente la rapidez con la que demanda se recuperaría después de la pandemia del coronavirus.
En la actualidad, ningún país es autosuficiente en todos los ámbitos de la tecnología y, definitivamente, no en los semiconductores. En los últimos años, la industria de esas herramientas se ha fragmentado y varias partes de la cadena de suministro se ejecutan en diversos lugares del mundo y por diferentes empresas.
Esperemos a ver que pasará en la medida que el tiempo avanza porque los chinos insistirán en recuperar la pretendida isla taiwanesa, pero para lograrlo deberá también enfrentar el poderío militar de los Estados Unidos.
mvolquez@gmail.com
(El autor es periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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