Significa un mejoramiento de la democracia dominicana. El debate de ideas escenificado el pasado miércoles por el presidente Luis Abinader con los candidatos presidenciales Leonel Fernández y Abel Martínez representa una novedad que actuará en favor del quehacer político y que habrá de establecerse como una tradición.
Se trata de un acto no visto antes en nuestra política y menos con la presencia de un jefe de Estado. Todos, antes de Abinader, consideraron que se rebajaban si admitían polemizar con aspirantes presidenciales. El éxito del debate radica en el nivel de respeto que se exhibieron los candidatos respecto de los demás como de los organizadores.
Los tres, podría decirse, tuvieron buen desempeño. Sin embargo, si comparáramos la actividad con una prueba como a la que someten los estudiantes en los centros de estudios, encontraríamos que uno de ellos se mostró como el alumno que ha repetido y reprobado la materia y recurre a habilidades impuras mientras pretende hacerse el gracioso.
Otro se comportó como el alumno desaplicado, pero que días antes del examen se mató memorizando cosas, durmió poco en la víspera y llegó al examen irritable y tenso, por lo que respondía como le pareciera, sin importar lo preguntado. Aun así, logró salir del paso con un “suficiente”. Hoy todos están asombrados de su desempeño.
Abinader se presentó a la discusión como el discípulo que estudia habitualmente y acude al examen seguro y reposado. De hecho, los buenos estudiantes gastan menos esfuerzos en la víspera de la prueba. El Presidente respondió con calma, basado en hechos más que en promesas y dejó claro que su ejercicio gubernamental es el aval de su candidatura para repetir en el puesto.
Ayer se difundieron muchos comentarios y análisis en torno al debate, sin que hayan faltado las opiniones parcializadas para señalar ganador. Mi amigo y colega Giovanni Cruz, al comentar el asunto, señaló cómo lució cada participante, pero al citar a Abel Martínez, del PLD, dijo: “Abel…bueno…Abel ni me lució. ¿Me copian? ¿Me entienden? ¿Se escuchó?” Lo dijo por la vaciedad predominante.
A diferencia de Cruz, creo que Martínez sí lució: lució más agresivo que los demás, le preguntaban de migración y respondía de comida. Lució que con él se hizo un trabajo intenso que lo preparó para la ocasión. La actitud de Martínez en el debate se asemeja a la de quien juega dominó: si no sabe calcular jugadas, matar la ficha que coloque el contrario.
Hemos tenido debate, al fin. El predominio del respeto mutuo propiciará que en el futuro haya más encuentros de este tipo. Los hechos buenos merecen repetirse. La oportunidad de exhibirse ante el electorado y exponer sus propuestas, siembre será favorable para un candidato. La Asociación de Jóvenes Empresarios también ganó.
rafaelperaltar@gmail.com
(El autor es periodista y escritor residente en Santo Domingo, República Dominicana).