Redacción (RT.com).- En una foto, tres menores apuntan un objetivo con una pistola de presión –conocida como ‘airsoft’– mientras los instructores les explican cómo disparar. En otra, varios niños están sentados en un banco sosteniendo un arma; en una tercera, aparece un podio con los mejores tiradores.
Las imágenes fueron publicadas –y después eliminadas– por el Club de Caza y de Tiro Hunter en la ciudad de Jataí, en el estado brasileño de Goiás, tras un curso de entrenamiento de tiro infantil, que generó una ola de indignación.
No es la primera vez que este tipo de prácticas con niños generan polémica en el país, pero ahora el momento no puede ser más delicado. Muchas familias brasileñas viven estos días angustiadas y conmocionadas tras los sucesivos ataques contra escuelas perpetrados por menores o adolescentes. El último ocurrió a principios de este mes, cuando un joven de 25 años asesinó brutalmente con un hacha a cuatro niños, de entre 4 y 7 años, en una guardería.
La repetición de estos ataques y las constantes amenazas en las redes sociales, donde prevalecen grupos con marcados discurso de odio, puso en alerta al Gobierno, que desplegó una batería de medidas para frenar esta escalada de violencia.
En este contexto, las fotos de los menores aprendiendo a disparar cayeron con un jarro de agua fría. El club terminó suspendiendo la actividad después de una recomendación del Ministerio Público de Goiás, que consideró que este tipo de cursos contradicen el principio de protección integral de los derechos de los niños y adolescentes y su saludable desarrollo.
«Preocupante e irresponsable»
La Fiscalía explicó que, aunque los pequeños utilizaron armas de presión, la práctica «puede dañar su integridad psicológica, ya que aún no son lo suficiente maduros para tal manejo». El órgano detalló que el tiro deportivo solo se permite a mayores de 14 años o menores de 18, con una autorización judicial y después de cumplir una serie de requisitos previos.
El club –que repudió cualquier forma de violencia y odio, especialmente en las escuelas– argumentó que al tratarse de material ‘airsoft’, lo ocurrido no supone ningún tipo de delito previsto en el Código Penal o en el Estatuto de Desarme.
También apuntó que el curso se realizó de forma «recreativa» y contó con la autorización de los padres. «La intención fue enseñar el manejo del ‘airsoft’ sobre todo para demostrar que, aunque se trate de un arma de juguete, tiene unas reglas de utilización que deben ser respetadas», señaló en una nota publicada en las redes.
«Enseñar a los niños a usar armas de fuego cuando estamos viviendo una serie de ataques en las escuelas es preocupante, aterrador e irresponsable. Los niños no tienen que ser educados para la guerra y la muerte, sino para la vida y la paz», comentó en las redes Fabricio Rosa, un policía de Carreteras de Goiás.
«El pueblo armado jamás será esclavizado»
En un artículo en Metrópoles, el columnista Guillermo Amado recordó la medida firmada por el ultraderechista Jair Bolsonaro en los primeros meses de su mandato: «El decreto 9785 del 9 de mayo de 2019 establece que los menores de 18 años pueden, con autorización de los tutores legales, asistir a clubes de tiro y practicar con armas de fuego de tiro de la familia o del establecimientos. Antes, esta práctica estaba prohibida«.
Aunque en el caso del club de Jataí no eran armas reales, los especialistas consideran que se trata de un incentivo al armamento y a resolver los problemas con violencia.
Bolsonaro firmó más de 30 resoluciones destinadas a facilitar la adquisición o porte de armas, lo que se ha vinculado al aumento de la violencia. El número de armas en manos de particulares alcanzó los tres millones en 2022, según el Instituto Sou da Paz, que asegura que esto supone un riesgo «para la seguridad pública y la democracia».
Bajo el lema del «pueblo armado jamás será esclavizado», el exmandatario favoreció la apertura de los clubes de tiros y en sus cuatro años de mandato se llegaron a abrir uno por día.
Una de las primeras medidas adoptadas por Luiz Inácio Lula da Silva al llegar al poder fue suspender nuevos registros de armas por parte de cazadores, tiradores y coleccionistas, y reducir los límites para la compra de estos dispositivos y sus municiones.
«Cuando un niño piensa que un arma es la solución, ¿por qué piensa así? ¿Lo vio en la Biblia? ¡No! ¿En el libro de la escuela? ¡No! Lo escuchó a su padre o a su madre dentro de casa. Y por eso hay que tener en cuenta que sin la participación de los padres no se puede recuperar un correcto proceso educativo», comentó esta semana Lula, durante una reunión ministerial para abordar el problema de la violencia en las escuelas.
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