Instalado “el cambio” se designó al actual jefe de la Policía Nacional, presentado y alabado como supuestamente distinto a los anteriores: profesional de carrera, respetuoso de los derechos humanos y partidario de la reforma policial. Los “imaginólogos” del Gobierno y el poder mediático se encargaron de imponer temporalmente esa falsa idea.
Un año después, la PN está peor, el nuevo jefe se achicharra y hasta ANJE realizó un estudio que revela que el 75% de los empresarios encuestados (555 en total) desconfían de esa institución; mientras crece la demanda de destituirlo; lo que si bien merece, no resuelve absolutamente nada al tratarse de una estructura irremediablemente conformada como suma articulada de mecanismos, sub-culturas, comportamientos y dinámicas criminales, con viejas y anquilosadas raíces.
Al perder otra de las gracias que los tutores del sistema le renuevan periódicamente a ese degradado cuerpo policial-convertido desde hace muchos años en un aparato asociado a todo tipo de delitos- las críticas oportunistas y generalmente pasajeras se vuelven a mezclar con valoraciones consistentes que exigen disolver lo probadamente irreformable, que por demás forma parte y es alimentado por un Estado delincuente y “narcotizado”, articulado a una élite capitalista de igual calaña.
La desconfianza es vieja y es mayor de la que hoy oficialmente se reconoce, pero el contubernio por décadas de ANJE, CONEP, Cámaras Americana y Minera, y cúpulas de la partidocracia tradicional con esa PN, ha tenido suficiente poder mediático-empresarial para silenciar a muchísimas PYMES e imponer periódicamente a nivel de sociedad ese tipo de manipulaciones y “cambios” que no cambian nada.
Estamos en un punto altísimo de la crisis policial y frente a un intento de remendar y maquillar lo que no tiene remedio dentro de esta institucionalidad podrida. Basta observar los escenarios anunciados por el Presidente, llamados a decidir el carácter de esa “reforma policial”: 1) el Ministerio de Interior y Policía bajo el mando de la USAID, Fundación Rudolf Giulliani y exgenerales de policías criminales como las de México y Colombia, 2) el Consejo Nacional Policial responsable actual de la putrefacción de esa institución, y 3) un Congreso al que no le caben ni más delitos, ni más delincuentes.
Lo demás es adorno y doble diversionismo: a) Comisión de Notables con mayoría pro-empresarial y pro-USA, sujetas a decisiones del Consejo Nacional Policial, y b) Teatro del Diálogo pro-consenso en CES y entre partidos con grandes culpas, que tampoco tiene poder de decisión. Mientras Abinader, poco antes del asesinato Leslie Rosado, alardeó de su “combate al crimen organizado” ¡Constituyente ya o nuevas frustraciones!.
narsoisa@gmail.com
(El autor es dirigente político residente en Santo Domingo, República Dominicana).
Comentarios sobre post