El enorme poder militar de EE. UU. está en crisis. Ese es un nuevo componente de la multi-crisis sistémica del imperialismo occidental: otro de sus pilares declina.
El complejo militar-industrial –financiero le ha hecho un gran daño a la economía civil de EE. UU., puesto que -dada la preeminencia de la OTAN en la alianza occidental- el Pentágono ha arrastrado al desastre guerrerista a las grandes potencias europeas, mientras el complejo militar obtiene enormes ganancias, al tiempo que recibe no pocos reveses militares.
Los argumentos y motivos para justificar los diferentes capítulos de la guerra global no han tardado en perder credibilidad: todo aquello de las “armas de destrucción masiva” en Irak, búsqueda de Bin Laden en Afganistán, satanización de Gadafi en Libia, “guerras humanitarias” o “por la libertad” …Y esto ha afectado la subjetividad de soldados y oficiales, erosionando además el respaldo civil a su estrategia militar.
En la medida son diezmadas las reservas de armamento y humanas con pobres logros políticos, también decrece el interés humano por la carrera militar cargada de riesgos, muertes y sufrimientos.
Los estados no guerreristas se han fortalecido relativamente más, incluso en lo militar, que el Súper Estado que ha convertido la guerra en un gran negocio privado y arrastró a sus aliados a su plan militar de reconquista de hegemonía vía OTAN.
Solo Rusia derrotó a la OTAN en el escenario ucraniano, mientras la resistencia palestina ha forzado al cese al fuego a contubernio yanqui-israelí. Hechos así confirman la declinación.
Es evidente que EE. UU. declina militarmente en términos relativos respecto al repunte de Rusia, China e Irán. Lo mismo le pasa al sub-imperialismo sionista frente a sus adversarios político-militares en el Medio Oriente.
En la base de todo esto está la crisis del factor humano, desconfianza y temores de ciudadanos/as forzosamente reclutados. Son muchos los soldados y candidatos a soldados jóvenes que no quieren ir a esas guerras de rapiña con resultados caóticos, muertes y mutilaciones que aterran.
En ese contexto el alto mando político-militar gringo se ha visto obligado a introducir en gran escala el mercenarismo militar; incluyendo unidades integradas por delincuentes de toda laya, reclutados por empresas contratistas para participar en guerras con fuertes componentes mercantiles, ejércitos ajenos y compañías privadas, seducidos/as por el dinero.
Por eso, el trumpismo fascistoide habla de abandonar guerras perdidas desde una violenta determinación expansionista que precisa de nuevas guerras. Prima así la incertidumbre y el absurdo. Pero lo cierto es que la actual estrategia militar estadounidense no le sirve para recuperar supremacías pérdidas.
@narcisoisaconde
(El autor es dirigente político residente en Santo Domingo, República Dominicana).