Redacción (RT.com).- México enfrentará este año la elección más grande de su historia, un comicio que también representará el fin del Gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien avanza a la recta final de su gestión amparado por niveles récord de popularidad que superan el 50 %.
El próximo 2 de junio, 99 millones de ciudadanos acudirán a las urnas para elegir presidente, ocho gubernaturas (Chiapas, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Puebla, Tabasco, Veracruz y Yucatán) y la jefatura de Gobierno de la capital, 128 senadores, 500 diputados federales, 31 congresos locales, 1.580 ayuntamientos, 16 alcaldías y 24 Juntas municipales.
Nunca antes se habían puesto en juego tantos cargos en una sola jornada, lo que ha obligado a los partidos a promover candidaturas en todos los niveles y forjar alianzas.
Las miradas están centradas en la elección presidencial, una carrera en la que hasta ahora solo hay dos candidatas confirmadas.
Una de ellas es Claudia Sheinbaum, abanderada de la coalición oficialista Juntos Haremos Historia, que integran los partidos Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), del Trabajo (PT) y Verde Ecologista de México (PVEM), y quien lidera las encuestas.
Su contrincante es Xóchitl Gálvez, precandidata de la coalición opositora Fuerza y Corazón de México, formada por los partidos Revolucionario Institucional (PRI), Acción Nacional (PAN) y de la Revolución Democrática (PRD).
Agenda
El partido Movimiento Ciudadano aseguró que anunciará a su candidato presidencial a más tardar el 20 de enero, luego de que el gobernador de Nuevo León, Samuel García, renunciara en medio de un escándalo a una postulación que apenas duró 10 días.
Por último, el ultraconservador Eduardo Verástegui no ha conseguido las firmas ciudadanas necesarias para poder registrarse oficialmente como candidato presidencial independiente.
De esta forma, Sheinbaum y Gálvez son las únicas que están inmersas en las precampañas que comenzaron el 20 de noviembre y que terminarán el 18 de enero.
Luego tendrán que esperar hasta el 1 de marzo para comenzar las campañas, que culminarán el 29 de mayo, cuatro días antes de la elección.
La ganadora asumirá el 1 de octubre en una ceremonia en la que López Obrador le entregará la banda presidencial para que inicie el nuevo Gobierno, que terminará en 2030.
La favorita
Sheinbaum, una científica y política de izquierda de 61 años, enfrenta el proceso electoral con el respaldo absoluto de López Obrador, un mandatario que durante todo su Gobierno ha tenido niveles récord de popularidad de los que no gozaron sus antecesores.
A principios de septiembre, en un polémico proceso, la exjefa de Gobierno de la Ciudad de México fue designada Coordinadora de los Comités de Defensa de la Cuarta Transformación, un eufemismo creado para evitar las sanciones de las autoridades electorales, ya que todavía no podía denominarse formalmente como candidata presidencial.
Desde entonces se dedicó a recorrer el país y se comprometió a continuar los valores y objetivos del Gobierno de López Obrador, al amparo del lema: «por el bien de todos, primero los pobres«.
En noviembre, apenas dos días de que se registrara formalmente como candidata única de la alianza oficialista, se casó de manera sorpresiva con su pareja, el matemático Jesús María Tarriba, lo que desató críticas por considerarse un acto con fines electorales.
Sheinbaum, quien tiene dos hijos producto de su anterior matrimonio con el líder político Carlos Ímaz, ha encabezado de manera consistente las encuestas, a pesar de que sus críticos intentan denostarla con el argumento de que es y será manejada por López Obrador.
Otras polémicas se deben a que ha sumado a su campaña a desprestigiados políticos del PRI, que antes eran enemigos declarados de Morena, y que han estado envueltos en denuncias de corrupción.
Es el caso, por ejemplo, de los exgobernadores del Estado de México, Eruviel Ávila; y Oaxaca, Alejandro Murat; y los senadores Jorge Carlos Ramírez Marín y Nuvia Mayorga, quienes, junto con otros priistas, formaron la Alianza Progresista para apoyar a Sheinbaum.
La rival
Gálvez, una ingeniera y política conservadora de 60 años, comenzó su campaña en septiembre pasado pero, al igual que Sheinbaum, tuvo que apelar a un eufemismo, ya que fue designada como Responsable de la Construcción del Frente Amplio por México porque legalmente todavía no podía presentarse como candidata.
La euforia inicial que desató su lanzamiento electoral en la oposición fue decayendo con el paso de las semanas, debido a disputas internas de los partidos que la postulan o a escándalos por las acusaciones de plagio de su tesis de licenciatura, su negativa a renunciar a su cargo como senadora, a pesar de que ya estaba en plena campaña, y la publicidad de su ayuda a los damnificados del Huracán Otis en Acapulco.
Además, la candidata quedó envuelta en una polémica por apoyar a Javier Milei, el líder ultraderechista que ganó la elección presidencial de Argentina y cuyos postulados contradicen a Gálvez, quien se presenta como una política de derecha «moderada».
Gálvez descalifica los estudios de opinión que, de manera consistente, la colocan por detrás de Sheinbaum, con una amplia diferencia de alrededor de 20 puntos en promedio. También suele denunciar que el Gobierno de López Obrador estaría apoyando de manera ilegal la campaña de su rival.
Pero ella enfrenta sus propias y permanentes polémicas, por ejemplo, como cuando fue acusada de nepotismo por incluir en su campaña a sus hijos Juan Pablo Sánchez Gálvez, quien fue designado coordinador nacional de la campaña juvenil; y Diana Vega Gálvez, representante del grupo de redes sociales ‘Xochitlovers’.
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