Buenos Aires, 31 ago (EFE).- La obra de Frida Kahlo «Diego y yo», las más cara del arte latinoamericano, ha desatado un verdadero fenómeno en Argentina, donde miles de personas han acudido en los últimos días a contemplar este singular cuadro, que por años permaneció oculto a los ojos del gran público.
Cerca de 12 mil personas acudieron al Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba) en la primera semana de exhibición de la pieza que simboliza la tempestuosa relación entre Kahlo (1907-1954) y su marido, el célebre muralista mexicano Diego Rivera (1886-1957).
En el autorretrato en primer plano de Kahlo, Rivera aparece dibujado sobre la frente de la mexicana que, a su vez, tiene un tercer ojo, un elemento que representa la continua presencia de su marido en su mente, la obsesión y el sufrimiento de la artista.
La obra se muestra públicamente por primera vez en Argentina tras más de 25 años de permanecer fuera del circuito de exhibición internacional, ya que su última presentación pública había sido en 1998.
Luego permaneció en una colección privada de Texas (Estados Unidos), hasta la subasta de 2021 organizada por la casa Sotheby’s, en Nueva York, en la que fue adquirida por el empresario argentino Eduardo Costantini.
Reconocido coleccionista de arte y fundador del Malba, Costantini compró «Diego y yo» para su colección privada por 34,9 millones de dólares, convirtiendo a este cuadro en la obra de un artista latinoamericano más cara de la historia vendida en una subasta.
En diálogo con Efe, Costantini dijo sentirse «muy movilizado y muy feliz» con la exhibición de esta obra, «sobre todo por la respuesta del público y la gente que esta ansiosa de ver la muestra», que estará vigente hasta septiembre de 2023 en el Malba.
«Es lo que siempre deseamos: que el museo tenga vida, vibre», agregó Costantini.
El autorretrato «Diego y yo», de Kahlo, rompió varios récords en la subasta en Nueva York, en noviembre pasado, al cuadruplicar el anterior máximo histórico de la propia pintora mexicana de 8 millones de dólares logrado en 2016 y superar también el de un artista latinoamericano, un hito que ostentaba precisamente su marido, Diego Rivera.
«Me gusta mucho compartir las obras con la gente. Lo más importante del coleccionismo es compartirlo, es la dimensión pública de una obra de arte. La eleva a otro nivel», contó Costantini.
ENTUSIASMO
Los visitantes del museo —muchos turistas— esperan en una larga fila para ingresar al espacio creado para mostrar la obra de Kahlo, donde una gran foto de la autora en blanco y negro invita a rodearla en un espacio oscuro.
Junto a «Diego y yo» —el ultimo autorretrato pintado por Khalo antes de su muerte, en 1954—, se exhibe «Autorretrato con chango y loro», obra de 1942.
Antes de llegar a estas pinturas, fotos de la niñez de Kahlo sacadas por su padre, con amigos, y cartas escritas de su puño y letra permiten acercarse al mundo íntimo de la artista, así como un huipil, esa especie de camisa que ella utilizaba.
Pero los visitantes se apuran en llegar al autorretrato —potente pese a medir apenas 30 centímetros de alto y 22,4 de ancho— y sacar fotos o ‘selfies’ hasta que los guardias les advierten que tienen que seguir circulando.
«Me gustó mucho», dijo a Efe la estudiante de Historia Paula Rojas. «La idea de ver un original tan de cerca es impactante», así como ver «la cotidianeidad» en las fotografías, agregó.
Al traspasar las pinturas, fotos de Kahlo pintando, en el hospital y en su ataúd y otras que dan testimonio del amor entre la artista y Rivera cierran una experiencia íntima con la pintora.
«Nos interesaba que el público pudiera tener una conexión íntima con las dos obras», confirmó a Efe la curadora jefe del Malba, María Amalia García.
La oscuridad en la muestra «genera un clima más íntimo, más recogido, donde se pudiera sentir una cierta tranquilidad», explicó.
TERCER OJO
«Diego y yo» es la estrella de la muestra «Tercer ojo», una exposición que reúne más de 240 obras del arte latinoamericano en un recorrido que reúne la colección permanente del Malba y la personal de Costantini.
En el recorrido por los dos niveles de «Tercer ojo» se percibe el toque personal de Costantini: «Es la primera vez que me pasa», admitió el empresario, «porque es una colección con la que contribuí mucho a formar en su conjunto».
Esas obras maestras del arte latinoamericano de décadas pasadas revelan a los visitantes la preocupación actual por la sustentabilidad del planeta, las demandas sociales y los diversos modos de la subjetividad y la autorrepresentación.
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