Todos los procesos tienen un día después. Un día de más 24 horas, en el que se despliegan las consecuencias del periodo anterior. Pasará así con el proceso electoral con la covid 19, que en el marco de la crisis más grave de nuestra historia reciente, podría concluir hoy, si no es que la canalla morada impone una segunda vuelta o provoca un trauma que impida el desenlace del mismo.
Pero de todas maneras es válido pensar en el Estado y país, que en medio de esta mega-crisis, habrá de regentar un nuevo gobierno, cual que sea el partido, el presidente y la alianza que resulte “ganadora”; aun se trate la que dice representar “el cambio” y promete resolver los grandes males acumulados.
La suma y mezcla de problemas no tiene parangón en el último medio siglo y es de por sí altamente explosiva: más covid, desempleo brutal, quiebra masiva de pequeñas empresas, incremento extraordinario de la miseria en la marginalidad social, déficit fiscal de alrededor de 250 mil millones de pesos y contracción del PBI del 5 % promedio. Una deuda externa superior al 50% del PBI, que consume más del 40% del presupuesto y que dado el desplome del turismo, exportaciones y remesas, se proponen aumentar bajo dictados del FMI y BM, y tutela supranacional estadounidense.
En medio de la crisis habrá que regentar un nuevo gobierno.
A la crisis ambiental, incluida escasez de agua, le pretenden agregar -so pretexto de “recuperación económica”-nuevas concesiones de explotación minera (extensión de Barrick a Sierra de Yamasá, Falcondo a Loma Miranda y activación de Uni Gold en Dajabón y Gold Quest en San Juan…), que provocaría enormes daños a importantes sistemas de agua de ríos como Ozama, Isabela, Yaque del Sur y Artibonite.
Una especie de catástrofe ambiental, socio-económica y sanitaria seguiría activa y potenciada en un país en vía de ser gobernado por otra de derecha tipo PRM (si prima el respeto al deseado castigo popular al nefasto PLD); otra derecha, por desgracia, también comprometida con la colonización imperialista, degradada por décadas de corrupción y clientelismo, infectada y abiertamente comprometida con las agresiones de EE UU a Venezuela Bolivariana, Cuba y la soberanía continental. Por lo que la llamada “felicidad en casa del pobre” duraría poco.
Entonces, el contraste esperanzador, lo marcaría un pueblo decidido a no dejarse matar de hambre ni de sed, y a no aceptar pasivamente más borrón y cuenta nueva. Así de crucial y convulso -aun si el PLD no logra imponer su continuidad fraudulenta- será el después de hoy.
narsoisa@gmail.com
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