El desempleo se ha convertido en uno de los principales obstáculos para los gobiernos mundiales, pues es un factor que incide en el trastorno de la conducta y el comportamiento social de los humanos, que en muchas ocasiones tienden a dejar los estudios universitarios debido a la imposibilidad de solventarlos.
Estar desocupado, sin producir para alimentarse y solucionar asuntos coyunturales conexos, como la educación, salud, transporte, vestir y compartir momentos gratos de francachelas con la familia o particulares, se constituye en un peligroso medio de presión que pudiera inducir a los individuos a cometer delitos o crímenes y, en última instancia, hasta el suicidio.
Hay millones de personas, profesionales calificados con altos niveles de conocimientos en las diferentes ramas laborales, que deambulan de oficina en oficina llevando currículum bajo el brazo en busca de un empleo y al final de las entrevistas (si es que tienen suerte de ser entrevistados), reciben como respuesta un “yo te llamo” que nunca ocurre. En esas circunstancias, quedan atrapados en el vientre de la desesperación y la nostalgia.
A nivel mundial, más del 65% de la migración es laboral, por lo tanto, cualquier estrategia para promover una salida segura y abordar sus causas fundamentales, debe tener en su núcleo a las personas trabajadoras, señala la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en un estudio sobre el lanzamiento de una serie regional de publicaciones que revelan información actualizada relacionada con el éxodo de mano de obra hacia otros destinos prometedores.
En ese contexto, el sector de la juventud es, tal vez, el que más está sufriendo esa realidad. De acuerdo con los informes del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA, siglas en inglés), 500 millones de jóvenes del mundo viven con 1.57 dólares por día, el equivalente de 90 pesos dominicanos. ¿Cómo sobreviven?
Esto obliga a los gobiernos a impulsar la contratación equitativa e interrelacionarlos con componentes, como la creación de empleo, centrándose no sólo en la cantidad sino en la calidad de los puestos de trabajo, los derechos de las personas trabajadoras, la protección social y el diálogo social procurando la igualdad de oportunidades para hombres y mujeres.
Se ha establecido por investigaciones hechas por organismos internacionales que el déficit de trabajo es una causa estructural del éxodo migratorio irregular de millones de individuos calificados. Es la razón de que los gobiernos lancen estrategias bien planificada para crear las condiciones a los fines de acceder a un empleo productivo que genere un ingreso justo, el respeto a los derechos laborales, la seguridad en el lugar de trabajo y la protección social para las familias, así como mejores perspectivas de desarrollo personal y comunitario, en un marco de diálogo social, tal como plantea Leonardo Ferreira, director interino de la OIT para América Central, Haití, Panamá y República Dominicana.
Desde esta visión, agrega, se requiere priorizar a la juventud, a las mujeres y los pueblos indígenas de la región, tarea que permitirá caracterizar y focalizar las acciones según los distintos territorios particularmente en aquellos con mayores tasas de expulsión y retorno.
Es un planteamiento muy atinado. La juventud se siente, además, amenazada por la edad debido a que si llega a los 35 ó 40 años (para poner una edad) son remotas las posibilidades de obtener un trabajo. De ahí una de las razones para incorporarse a la jornada productiva.
Un estudio levantado en enero del 2021, explica que en América Latina 22 millones de jóvenes ni estudian ni trabajan (es la generación NiNi), de los cuales 850,000 son dominicanos, posicionando al país como el número uno en desempleo en la región de ese segmento poblacional, con una tasa de 29 por ciento.
En el 2019, en República Dominicana los jóvenes desempleados de 15 a 29 años que buscaban trabajo, fueron más de 190,500, dice la Organización Internacional del Trabajo, que además señala que la cifra de jóvenes de 15 a 24 años que ni estudian ni trabajan, para esa misma fecha, ascendía a más de 475,000. Son cifras escalofriantes.
El 40,3% de nuestros habitantes se encuentran entre las edades de 18 a 35 años, dicen los registros de la Junta Central Electoral, por lo que la organización alerta sobre su importancia y las facilidades requeridas para su desarrollo emocional y social.
Mientras, en los demás países de América Latina y el Caribe la tasa es de un 17%, conforme a las cifras extraídas del estudio “Los jóvenes dominicanos: esos desconocidos”, publicado por la empresa Acción Empresarial por la Educación (Educa), en marzo de 2019.
Dentro de este espacio hay que mencionar, por demás, a la denominada población “SinSin”, aquellos jóvenes sin “educación y sin oportunidades”, considerados por los especialistas como las víctimas más fáciles para caer en la delincuencia. Es decir, aquella rama poblacional que se alimenta de la crisis social, económica y de la pérdida de los valores, que ven al crimen como su oportunidad y los criminales los ven a ellos como su negocio.
Las estadísticas son conmovedoras y hablan por sí solas. En América Latina, 56 de cada 100 jóvenes no tienen trabajo y enfrentan muchas otras problemáticas que le impiden su desarrollo como individuo.
Ante esta realidad, que no es ajena a nosotros, la organización World Vision consideró como imperativo e inaplazable que las autoridades gubernamentales pongan la vista en este flagelo que hace años viene creciendo, enfocando al país como primer lugar en desempleo juvenil.
La entidad considera como necesario garantizar el acceso de ese sector a programas educativos que, además de estar en consonancia con lo requerido por el mercado laboral dominicano, deben incluir formación técnica, capacitaciones en habilidades para la vida, orientación vocacional y acompañamiento en los procesos de inserción al empleo que impulsen un crecimiento económico y social que dé como resultado un mejoramiento significativo en su calidad de vida.
En lo que respecta a nuestra nación, esa parte se ha estado trabajando a través de instituciones como el Instituto Nacional de Formación Técnico Profesional (Infotep) y el Instituto Tecnológico de las Américas (ITLA). Esta última se ha empeñado en crear un programa de pasantía y empleo que beneficiará a estudiantes de la academia, así como 50 plazas para ser ocupadas por egresados lo que permitirá poner en práctica sus conocimientos al incorporarse al esquema laboral.
Por igual, el Infotep ha formado a miles de personas, sobre todo jóvenes, en carreras técnicas que hoy están ofreciendo sus conocimientos en diferentes empresas.
Acabar con el desempleo en términos globales es una de las metas que se han trazado nuestras actuales autoridades. Es una excelente iniciativa que debemos apoyar, independientemente de las perversidades, la sinrazón, las malas acciones y las banderías políticas que se tenga.
mvolquez@gmail.com
(El autor es periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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