La población de la República Dominicana, una nación rica en costumbre, tradiciones, folclore, cultura y colorido, en ocasiones se envuelve en la inmediatez que produce el bombardeo de informaciones carentes de aportes a la sociedad, olvidando así temas de agenda nacional, esos que propician desarrollo sostenible; bienestar para la colectividad.
Mientras está en bebida o se entretiene a nivel de opinión pública con el incorrecto accionar de sujetos; pseudo seres humanos, con apodos de manteca y moho: la primera una bacteria y el segundo, un organismo que solo sirve para descomponer materia en nuestro el medio ambiente; roles asignados por la naturaleza, ayuda al fomento de antivalores que atentan con las creencias en que se funda la vida en sociedad y al mismo tiempo, engendra héroes de barro.
Propicia además, mayores niveles de carencias educativas y la desesperanza que se manifiesta en la inseguridad ciudadana, violencia de todo tipo, odio hacia grupos vulnerables y la descomunal delincuencia que arropa hoy a importantes poblaciones, operativizada por nacionales y extranjeros, han traído mucho dolor a nuestra población.
Pero, como nunca es tarde si la dicha es buena», nos aferra y contenta, saber que «siempre es el momento adecuado para hacer lo correcto», con decía el reverendo Martin Luther King, Jr. Por eso creemos que es tiempo de aplicar la buena norma y manos duras, en este sentido. Al mismo tiempo, fortalecer la educación, en todos sus ámbitos, incluyendo la preventiva, para evitar pérdidas materiales y humanas, incluso, ante siniestros y catástrofes naturales.
La población está de rodillas ante la inseguridad ciudadana, temerosa y desesperanzada. Cada día son más las personas que pierden la batalla ante los antisociales. Mal vive, fruto quizás de las desigualdad social, carencias económica para solventar el alto costos de las viviendas, alimentos, medicamentos, salud, servicio del hogar, educación, combustibles…, generados por la crisis post COVID, la que también parió con su crueldad cacos iguales, en todo el mundo.
Lo cierto es, que mientras sigamos embebidos en la chercha de que si tal o cual mal llamado artista, mequetrefe, hizo tal o cual cosa bochornosa, desagradable y degradante; sigamos celebrando sus excesos y actos repudiables, viviremos entre podredumbre.
Estos «artistas» no merecen ocupar el sitiar de nuestros íconos; esos (as) grandes dominicanos (as) que nos legaron valores y democracia, para ello, abonaron el sueño patrio con su sangre, y hoy son desconocidos (as) por nuestra juventud, porque, sus estandartes son ídolos con pies de barro.
Vergüenza debe darnos como nación, haber permitido esta fuga en las presentes generaciones; atrapadas además, en la creciente violencia e inseguridad conque vive la población.
Pero, como la peor experiencia es la mejor maestra, se que de este amargo y bochornoso momento, décadas perdidas a nivel educacional, sacaremos grandes aprendizajes, como nación resiliente Accionaremos para sanar lesiones profundas y realizaremos oportunos esfuerzos para preservar derechos fundamentales. Creámoslo y aportemos a esa transformación. «Abre tus brazos al cambio, pero no dejes ir tus valores».
Hasta pronto.
(La autora es educadora, periodista, abogada y locutora, residente en Santo Domingo.
santosemili@gmail.com
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