Redacción (RT.com).- Un investigador de la Universidad de Oregon, EE.UU., (OSU, por sus siglas en inglés), descubrió los restos de una cucaracha que vivía hace 30 millones de años, en un trozo de ámbar encontrado en República Dominicana.
El ámbar, es decir, la resina fosilizada de los árboles, a menudo se convierte en una trampa mortal para los insectos. Cuando se solidifica, conserva la forma de los bichos, al punto que, después de millones de años, pueden ser observados a través de una espesa y transparente capa. Incluso en ocasiones también se mantiene el ADN.
En esta oportunidad, el ‘sarcófago natural’ preservó el cuerpo de un insecto de 7 mm de largo con una franja amarilla que cruza las alas, espinas en las patas e incluso, por primera vez en la historia de estos estudios, restos de esperma.
Para George Poinar Jr., profesor emérito de OSU, se trata de un espécimen macho al que denominó ‘Supella dominicana’ y de la primera cucaracha fósil hallada con espermatozoides, según un comunicado de la Universidad.
«En sus patas tiene unas largas espinas para defensa, especialmente, en las traseras. También es interesante el haz espermático que contiene espermatozoides con acrosomas oscuros, [o sea] estructuras que cubren la cabeza del espermatozoide, ya que los espermatozoides fósiles son raros», sostuvo el científico.
Actualmente, no hay descendientes de este tipo de cucaracha en República Dominicana. Sus parientes más cercanos se encuentran en África y Asia.
Poinar se pregunta: «¿Qué hizo que estas cucarachas se extinguieran si hoy día es tan difícil deshacerse de ellas?» y explica que aunque hay más de 4.000 especies de cucarachas, solo 30 comparten el hábitat con humanos. Son primitivas y extraordinariamente resistentes, pues pueden sobrevivir a temperaturas por debajo del punto de congelación, así como también soportar fuertes presiones. Incluso, pueden vivir después de ser decapitadas.
Las cucarachas «se consideran insectos de importancia médica porque son portadoras de patógenos humanos, entre ellos bacterias como la salmonela, el estafilococo y el estreptococo», indicó Poinar.
«También albergan virus. Además de propagar patógenos, provocan reacciones alérgicas y su mera presencia es muy inquietante», dijo el científico. «Muchos pueden decir que el mejor lugar para una cucaracha es estar incrustada en ámbar», bromeó.
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