A Pleno Sol
La crisis económica actual puede ser solucionada, pero a largo plazo y siempre transitando por el borde de un peligroso abismo. No hay una receta milagrosa para solucionar el problema, ni tampoco un prestidigitador que chistera en mano y bombín en la cabeza presente el final feliz.
Con más dos años de pandemia, hay un sector comercial- industrial que ha logrado seguir adelante, y emprender nuevos caminos, con buenas ventas y ganancias que llegan a la excelencia. Pero otros empresarios todavía tienen la soga en el cuello, con sus negocios que no arrancan de nuevo, y tienen que despedir a muchos de sus empleados.
Los pequeños empresarios tratan de abrir trochas, en un mercado saturado, y donde los altos precios de compra se reflejan en los niveles inalcanzables de cómo se vende. Se necesita tener una mano diestra y ser buen capitán de barco, para sacar de la tormenta a la nave de la economía nacional.
Ninguna solución será a corto plazo. Hay que comenzar a trabajar con lo que está a mano. La industria del turismo se levanta de nuevo, se construyen imponentes centros hoteleros, y las principales cadenas turísticas del mundo se interesan en el país. La llamada industria sin chimeneas es la guía de la economía nacional.
Pero no se olvide que es un turismo de alto niveles, de hoteles lujosos, de infraestructura millonaria, y de contactos con operadores internacionales. Lo trascendental sería que ese renacer de la industria turística llegue a todos los sectores. Es cierto que los productores agropecuarios tienen venta segura en el área turística, que facilita miles de empleo y que aporta millones en impuestos, pero sus renglones se quedan en la macro-economía.
Si vemos las torres habitacionales y los complejos industriales que se construyen, sobre todo en el Gran Santo Domingo, se llega a conclusión de primera intención que el país está prosperando, y ello es así, pero no hay concepto de que ese progreso arrope a todos los sectores nacionales. Ya la construcción dejó de ser el principal renglón facilitador de empleos para los dominicanos.
A la construcción en gran escala está ligado el haitiano, sea legal o ilegal. Los dominicanos abandonaron trabajos de pico, pala y cemento por los malos salarios, las pésimas condiciones laborales y jornadas extenuantes de día y de noche. Para los haitianos son condiciones ideales, y cruzan la demarcación fronteriza tratando de llegar a lo que estiman es un gran paraíso.
La economía tiene un rasgo doloroso que es su etapa más ínfima, es la llamada economía de colmado, de pan con salchichón, donde todo se sintetiza en los precios de los alimentos de primera necesidad y de los servicios. Hay un fracaso, si el renglón económico no está en disposición y disponibilidad de solucionar los problemas de la mayoría. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
manuel25f@yahoo.com
(El autor es periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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