A rajatabla
A más de tres años de las elecciones del 2028, y a contrapelo de la ley electoral, dos de tres partidos mayoritarios han abierto compuertas al desenfreno interno por la candidatura presidencial y el otro no requiere tocar clarinete porque su líder sería de nuevo el candidato escogido por aclamación.
Al menos dos funcionarios electos y tres designados aspiran en el litoral oficial a encabezar la boleta del Partido Revolucionario Moderno (PRM), incluidos la vicepresidenta y la alcaldesa del Distrito Nacional, todos los cuales aprovecharían hasta la respiración para mercadear sus aspiraciones.
La dirección del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) ha señalado fecha muy adelantada a la fijada por la Junta Central Electoral (JCE) para dar rienda suelta al pugilato entre muchos aspirantes por alcanzar la candidatura morada, tanto asi que se abrió una lista para inscripción de contrincantes.
En el Partido Fuerza del Pueblo (FP) se pretendió mercadear la candidatura del senador Omar Fernández, pero él mismo dejó claro que esa distinción corresponde a su padre, Leonel Fernández, lo que no se objeta al interior de esa organización.
Quienes aspiren a conquistar el solio presidencial en los próximos comicios deben tener suficiente desarrollo político, conciencia, cordura, conocimiento y comprensión de la coyuntura mundial de incertidumbre económica y geopolítica y de su posible impacto en el ensamblaje económico, social y político del país.
El presidente Luis Abinader procura ejercer su último período de gobierno sostenido en un elevado nivel liderazgo e influencia ante los diferentes grupos de intereses para alejar al fantasma de la soledad del Poder e incidir en la escogencia de un candidato presidencial en el PRM que guarde similitud con su imagen política.
En el PLD prima desconfianza entre sus dirigentes, lo que se atribuye a que en su último Congreso no hubo suficiente crítica, autocritica o reflexión sobre los resultados electorales, al punto que el presidente del partido Danilo Medina, atribuyó la baja votación del 2024 solo a un asunto coyuntural.
Debería advertirse que desatar a destiempo los demonios de una campaña electoral interna y externa debilitaría la capacidad de resiliencia del gobierno y del sector productivo para afrontar la situación de incertidumbre global a causada la disrupción política y la guerra comercial desatada por el presidente Donald Trump.
Este período de cuaresma política no parece momento adecuado para desatar los demonios porque lo sensato sería que los aspirantes del lado oficial ayuden al presidente Abinader a gobernar y los de la oposición aprovechen el tiempo para reflexionar sobre «la contradicción de las contradicciones».
orion_mejia@hotmail.com
(El autor es abogado y periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana).