En nuestra América EE. UU. avanza la autodeterminación. Lula ha metido de lleno a Brasil en la lógica de la independencia continental. La reunión de 11 países sudamericanos en Brasil mostró como se ha erosionado el poder hegemónico de EE. UU. en la región. Los socios de EE. UU., Lacalle y Gabriel Boric, quedaron feo en ese debate.
¿La Colombia de Petrus -todavía amarrada por 9 bases militares gringas y OTAN- estuvo presente reforzando esa tendencia. En su caso es imposible actuar con el servilismo de los Uribe y Duque. Maduro -después de volver trizas a Guaidó y salir airoso de las confrontaciones con Trump y Biden- se ha fortalecido.
Cuba y Nicaragua enfrentan, con renovada firmeza antimperialista, la guerra de cuarta generación. Bolivia por igual, luego de revertir el golpe el Estado brutal de Elon Musk y la Casa Blanca.
Bukele ha resultado un potro atronado difícil de domar. Fernández, de Argentina, aun con el FMI a cuesta, tampoco puede correrse totalmente para el otro lado. En Honduras, Xiomara Castro asume una política exterior independiente, algo presente en una parte de las pequeñas naciones del Caribe insular.
En Ecuador, la respuesta popular y congresual al ultra neoliberalismo entreguista de Guillermo Lasso, está en vía de desplazarlo. Las justas rebeldías de los pueblos de Perú y Haití colocan a sus gobiernos serviles e ilegítimos al borde de la ingobernabilidad.
La nota más alta de independencia y antimperialismo es la de López Obrador, desafiando la prepotencia gringa con una alta dosis de dignidad y solidaridad latino-caribeña. A escala continental crecen y se politizan cada vez más los movimientos sociales en lucha.
¿La pérdida progresiva de hegemonía e influencia de EE. UU. ha potenciado su esencia agresiva, su saqueo de la Madre Tierra y su violenta contraofensiva. Pero la soberbia lo traiciona, y si bien sus guerras de todas las generaciones son fabulosos negocios para su complejo militar-industrial-financiero, no logran detener su declive.
Cierto que los países que se zafan de su tutela sufren crueles represalias, pero los retrocesos de derecha y ultraderecha duran poco y las nuevas victorias populares están generando un valor político trascendente: el miedo al imperialismo decadente pierde fuerza y declina.
Los Abinader, Lasso, Ariel Henry, Lacalle, Boric, Rodrigo Chávez… Los presidentes de Uruguay y Panamá…son la vergüenza continental. A Abinader le favorece que aquí es altísimo el conservadurismo y el miedo a las represalias del imperio arropa el sistema de partidos, el llamado progresismo y gran parte de los “creadores de opinión”. Es misión revolucionaria desafiarlo y debilitarlo al máximo.
narsoisa@gmail.com
(El autor es dirigente político residente en Santo Domingo, República Dominicana).
Comentarios sobre post