Un sicario es el sujeto más peligroso y despreciable que puebla la Tierra. Es útil que se le denomine con esta palabra que deriva de la voz sica, un instrumento cortante mortal, ya que resulta cómodo relacionar ese sustantivo al valor lexicográfico de depósito de sica. No otra cosa es un sicario.
Un grupo de amigos, procurando darle mayor sentido a una conversación, optaron por reflexionar acerca de las utilidades que pueden sacarse de un sicario, que como se sabe, es un sujeto que se gana la vida privando a otras personas de la suya. Es asesino pagado, oficio más deleznable no puede haber.
Los amigos opinaron según sus intereses laborales o inclinaciones ideológicas. Así, uno de ellos consideró que el mejor uso que puede hacerse de un sicario sería como objeto de estudio de los médicos residentes en psiquiatría, para que conozcan de cerca de qué material están hechos estos seres tan insignificantes.
Otro consideró qué un sicario podría ser un objeto valioso para el entrenamiento de agentes policiales, sobre todo sí tal uso ocurriese bajo un régimen que permite determinados atrevimientos de la Policía. En este caso, el sicario haría el mismo papel de la mona con la que se ejercita a los gallos de lidia.
Todo no terminó ahí, pues uno de los presentes consideró que el Estado ahorraría dinero que invierte en alimentar las fieras alojadas en el zoológico, si empleara a dichos individuos para nutrir esos animales carniceros, los cuales, por su condición, no pueden buscarse el sustentó como lo hacen en su hábitat natural.
El menos creativo de los tertuliantes sugirió que los sicarios sean depositados de cabeza en letrinas, considerando que es este el lugar más indicado para ellos, dado que una letrina es un depósito de sica y su nombre debería cambiarse por sicario, partiendo del modelo gramatical relicario (de reliquia) y osario (de huesos).
Un militar que también opinó dijo que cualquier uso sería un desperdicio frente a la posibilidad de llevar un esbirro a un campo de entrenamiento de soldados en prácticas de tiro. Para evitar la alarma, aclaró que el objetivo debería ser preservado, por lo cual se le pondría un sombrero para que el soldado dispare a ese blanco.
Esos no son los destinos más dignos para un sicario, hay usos más resarcidores para la sociedad, ripostó otro. Estimó más meritorio que el sicario sirva como material de práctica de anatomía para estudiantes de Medicina. Defendió la posibilidad de que los futuros médicos puedan apreciar los órganos del sujeto moviéndose con vida.
Yo no opiné.
rafaelperaltar@gmail.com
(El autor es escritor y periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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