A Pleno Sol
El Consejo Nacional de la Magistratura tiene la obligación de romper con la tradición de escoger a los jueces de las Altas Cortes, como una retribución de cuotas políticas y empresariales.
Esa selección es una labor donde se debe emplear a fondo la verticalidad, la seriedad y rechazar las presiones de los partidos, sea el de gobierno o los dos principales de la oposición. Nadie renuncia a tener un representante en el Tribunal Constitucional.
Todos por igual se benefician del reparto de cuotas, sin tomar en cuenta los graves problemas que enajenan al proceso institucional dominicano. En la judicatura ya no es posible descuartizar el sistema para satisfacer a los sectores mediáticos.
Esta también la autollamada sociedad civil. Quiere dirigir un proceso que no es organizado por este segmento, y donde carecen de la representación social para dictar las normas a seguir. El Consejo Nacional de la Magistratura no puede poner en manos de la sociedad civil, la regla de juego para escoger a los jueces.
También se debe evitar el cerco de ideas. A los aspirantes a jueces del Constitucional se les debe evaluar por sus méritos académicos, su experiencia y su conocimiento en la aplicación de los códigos. Lo primordial es que demuestren que tienen conocimientos de la Constitución y el respeto que merece.
Hay que rechazar cacería ideológica y religiosa. El aspirante no puede ser colocado contra la pared y el impedimento porque sea cristiano, izquierdista o derechista. Sus motivaciones personales son importantes y deben ser escuchadas.
Un juez, y más del Tribunal Constitucional, no es un robot, no es una máquina. Al momento de tomar decisiones su sensibilidad personal e ideológica son vitales. Hay que incluir el amor a la Patria y al fortalecimiento institucional.
Si se escogen jueces a la imagen y semejanza de la sociedad civil, nadie defenderá la Constitución. Ese minúsculo reducto de pensadores quiere estar por encima de las instituciones, y las quiere maniatar, para que respondan a sus intereses muy particulares.
El presidente Luis Abinader cree en la justicia independiente. Este es el momento de nuevamente dar demostración de ese anhelo. Debe rechazar el desguace de la composición del Tribunal Constitucional.
Es hora de que los líderes de los partidos políticos, que están representados con los legisladores en la comisión ejecutiva de la magistratura, den un golpe sobre la mesa y rechacen las cuotas, y ejerzan el derecho de la selección de profesionales sin macula, sin sellos políticos, sin bozales y sin narigones. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
manuel25f@yahoo.com
(El autor es periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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