El presidente Luis Abinader tiene cultura del debate, lo cual es expresión genuina de su aprecio por la democracia. En el pasado reciente acudió en dos ocasiones a encuentros para debatir ideas, cuando fue candidato presidencial, pero los otros contendientes, entre ellos Danilo Medina, el hoy presidente del PLD, no acudieron.
En República Dominicana predomina el criterio de que quien está ganado no confronta pareceres con quienes aparecen por debajo en la aceptación de los votantes. El doctor Leonel Fernández, candidato de Fuerza del Pueblo, llegó a expresar que no tenía con quién debatir, pues los contendores no sabían conceptualizar.
En la militancia del PRM (Partido Revolucionario Moderno) hay quienes sustentan el criterio que pusieran en boga los dirigentes peledeístas (verdes y morados) y por eso opinan que Luis Abinader no debe comparecer al debate que organiza la Asociación Nacional de Jóvenes Empresarios, a efectuarse el 24 de abril.
Abinader se muestra coherente al aceptar la convocatoria de ANJE, pero pudo acogerse a la cláusula reivindicada por sus predecesores, porque lo autoriza a no comparecer, en cumplimiento de un postulado que ya es consuetudinario. Es costumbre que quien está delante no va a debate. Y la costumbre tiene fuerza de ley.
Sin proponérselo, Abinader da otro ejemplo de diferenciación con el pasado político dominicano, se trata en realidad de una nueva historia la que vivimos. El debate, según me parece, debería centrarse en Leonel Fernández y Abel Martínez, quienes se disputan el segundo lugar en la preferencia del electorado.
Fernández aventaja a Martínez como candidato, según revelan las encuestas, pero el PLD supera a los fupistas como partido. En las elecciones del 18 de febrero, el PLD obtuvo un promedio de 22.38% de los votos, mientras Fuerza del Pueblo solo alcanzó el 14.22%. Hay que ver cómo se expresará en los comicios del 19 de mayo.
El segundo lugar en preferencia determinará quién será el líder de la oposición. Fernández es un ex jefe de Estado, no puede desatender esa posición y menos que le sea arrebatada por un líder regional, recién iniciado en la carrera presidencial, por demás, como es el caso de Martínez. Entre ellos se justifica el debate.
Los paralelismos de nuestra política con la pelota nunca faltarán. “Pelótica”, llama Juan Bolívar Díaz a este fenómeno. Esta vez, vale decir que Abinader ya ha clasificado para la final, falta determinar quién será su contrincante, si Martínez o Fernández. Uno -eso sí- será el subcampeón de la justa y la principal figura de la oposición.
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(El autor es periodista y escritor residente en Santo Domingo, República Dominicana).