Se dice que nadie recuerda nada de lo que sucedió antes de cumplir los tres años…yo diría que después, y hasta los 6 recordamos «más o menos» sin muchos detalles…
¿En qué momento nos damos cuenta que estamos en el mundo?. Tengo recuerdos puntuales de esos años anteriores a los 5. La mayoría fueron producto de la «sugestión» y los que no, producto de una carga emocional.
Ambos se entrelazan en los sentimientos. El primero fue manipulable, pero el segundo, estuvo signado por un razonamiento individual que generó esa imagen que quedaría plasmada por «siempre» en mi memoria.
Estos serían, sin duda, los principios del despertar al sueño que es la vida. Venimos de un «enrarecido lugar» del que nos han quitado, «nos ha quitado» o nos hemos quitado la memoria de todos los recuerdos y las pistas de lo que; «éramos antes de venir».
Esta vida tan maravillosa que se desvanece en lo cotidiano, debería de sorprendernos constantemente, día a día, minuto a minuto. ¿acaso no les parece ya un milagro que estemos vivos? ¿que podamos percibir, además, con ojos, olfato, tacto y oídos todo esto que se nos ha brindado?.
Así sea corto el tiempo por el que naveguemos en esta dimensión, debemos agradecer por la oportunidad de experimentar con todos los sentidos estos momentos vividos.
Debemos de despertar a este sueño y dejar de quejarnos tanto por nimiedades, vacuencias, tonterías, que, además, son parte de los atributos de los que estamos compuestos.
Envidia, ambición, celos, tormentos, dramas imaginados y otros inevitables. La vida es todo un conjunto de sensaciones en donde podemos aprender a escoger ¿cuáles nos afectan?.
Al principio, cuando despertamos en este sueño, en esas edades tempranas de nuestro cabalgar, aun mantenemos una idea pura de la vida.
Desconocemos todos esos sentimientos anteriormente mencionados y en consecuencia somos ligeros y libres y ¡felices! Para luego, gratuitamente, amargarnos la existencia porque vamos aprendiendo a «desear».
La única persona equilibrada que conocí fue ese señor que entró brevemente a mi estudio. De unos 60 y tantos, vestía y lucia pobre, muy pobre. Sin embargo, despedía una luz de amor que iluminó todo mi espacio y lo dejó impregnado para siempre.
«He vuelto a recordar el sueño», me dijo, yo no sabía de qué hablaba y mucho menos de donde había salido. Se coló por la puerta trasera sin que lo viera y se sentó sigiloso a verme pintar.
Pegué un brinco al ver este fantasma, pero gentilmente continuó hablando y su tono de voz fue como calmante a mi espanto.
«No detengas el instante por mí, sigue pintando que yo seré breve. Solo escucha y si estás preparado entenderás, si no, todavía podrás alcanzarlo más adelante».
En cierto modo ya estoy acostumbrado a todos los locos que pasan por mi taller, uno más, no sería nada del otro mundo…sin embargo, este lo fue.
Me dijo; «he vuelto a recordar el sueño y en este estabas tu aquí y ahora». «Y estaba ese color naranja que estas usando y todos esos símbolos que ni tú mismo conoces ni sabes a dónde llevan».
«Estas en el camino, ya pronto tú también recordarás el sueño». ¿Me podría decir, de qué sueño habla?. Alcancé a preguntarle entre irónico e incrédulo, «volverás al instante en que dejaste de ser niño y te convertiste en fiera y esta vez podrás elegir a conciencia».
Intenté preguntar otra vez, pero me interrumpió, «no detengas el instante, solo escucha y pinta». «alcanzarás la luz de los apegos, apágala…recobrarás a cambio todo lo que has perdido».
Después de un breve silencio, me di la vuelta para verle, pero no estaba, salió como entró, o quizás nunca estuvo, no sé, lo cierto es que ya no he vuelto a soñar despierto…he vuelto a recordar el sueño y ahora estoy despertando a este.
Y también, por supuesto, estoy aprendiendo a ser niño. ¡Salud!. Mínimo Caminero.
massmaximo@hotmail.com
(El autor es artista plástico dominicano residente en West Palm Beach).
Comentarios sobre post