Si los contagiados/as con síntomas son muchos/as, los asintomáticos hay que multiplicarlos por diez de acuerdo a la experiencia mundial, y corresponde sobre todo a niños/as, adolescentes, jóvenes y adultos no mayores y no enfermos; por lo que la cifra de portadores sanos sin detectar es elevadísima.
“Convivir con la covid-19”, por tanto, es mucho más fácil y menos riesgoso para un amplio segmento de nuestra sociedad integrado por niñez, juventud y adultos/as mayores que no padecen de diabetes, hipertensión, cáncer, obesidad, enfermedades cardiovasculares y hepáticas, baja defensa, desnutrición…; lo que traduce en mayor vulnerabilidad y altísimo riesgo de muerte y deterioro de la salud para la mayoría empobrecida, población enferma y adultos/as mayores.
La “covid-normalidad”, pues, puede encajar bastante bien con una parte de la sociedad que tiene condiciones para “contagiarse sin enfermarse” o “sin enfermarse gravemente”; y, de paso, contagiar a la parte vulnerable para la que esa convivencia es sumamente peligrosa.
Esto es más grave por varias razones: los/as que se saben no vulnerables, o poco vulnerables, no tienen formación para proteger o cuidar a los/as de altos riesgos.
Una gran parte comete grave irregularidades en cuanto al uso de las mascarillas o nasobucos y al distanciamiento físico, autoridades que saben reprimir pero no instruir, establecimientos empresariales y áreas de servicios públicos que violentan las normas sanitarias y un transporte en “conchos, voladoras y moto-conchos” que es un desastre sanitario.
Así mismo, el alto grado de hacinamiento y la medicina como negocio, son peligros públicos permanentes. Las posibilidades de sanación de la población vulnerable se reducen porque el énfasis se pone en el gran negocio de las vacunas atadas a la OMS y los grandes consorcios capitalistas de la salud; y porque la OMS -condicionada por esos intereses- pone poco énfasis en los remedios e incluso bloquea tratamientos baratos eficaces en alguna medida.
Y para colmo, no existe un plan nacional que contemple fortalecer el sistema inmunológico de cada ser humano; ni un programa particular que le dé un tratamiento especial (mapeo de pruebas y atención concentrada) a los principales focos de infección y le otorgue un sitial especial -con normas apropiadas, asistencia social, económica y salud de calidad- al sector de la sociedad impedido de “convivir” con este virus y de acceder a la llamada “Covid-normalidad”.
Esto revela que la pandemia, inducida o no, pero evidentemente manipulada, está siendo enfilada cada vez más contra lo que el capitalismo neoliberal denomina “población sobrante”, con un espíritu clasista criminalmente maltusiano.
(El autor es dirigente político residente en Santo Domingo, República Dominicana).
narsoisa@gmail.com
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